DECOR CARMELI 2012
Juan Dobado Fernández
Después del tema de la Inmaculada Concepción, la iconografía carmelitana es la que más veces trató Gregorio Fernández (1576-1636), bien es sabida su vinculación con la Orden, trabajando para más de una decena de conventos descalzos de Castilla que aún conservan sus obras, que atesora más de una veintena de obras salidas directamente de sus gubias, y para el Carmen de la antigua observancia de Valladolid. Al finalizar sus días decidió ser enterrado en el Convento del Carmen, como señal de agradecimiento a la Orden y su profunda devoción a la Madre del Escapulario. La primera imagen del Carmen que talla es la desaparecida Virgen del Carmen de Valladolid, de hacia el año 1627, una obra muy célebre en la ciudad (1). A continuación salieron de sus manos y de su taller otro conjunto de imágenes del Carmen como son las de Medina de Rioseco (Valladolid), el Carmen extramuros de Valladolid, los frailes de Calahorra (La Rioja) y la que nos ocupa, en la Iglesia de Santa Teresa de Ávila. Mención aparte merece el gran relieve con la Entrega del Escapulario, del Museo de Valladolid, procedente también del retablo mayor del Carmen vallisoletano. Todas las anteriores parten del modelo desaparecido, la más fiel es la de Medina de Rioseco, mientras que otras, como la de Ávila que nos ocupa manifiesta un toque personal del maestro, aunque no se descarte participación de su taller, dada la cantidad de encargos que recibe el maestro en el último tercio de su vida (2). El libro de fundación del convento, escrito desde 1664, copiando datos de otras fuentes anteriores, cita la imagen de la Virgen del Carmen como obra del propio Gregorio Fernández. Gregorio trabaja intensamente en los últimos años de su vida en encargos para esta casa de frailes, tallando de su mano el Cristo a la Columna, mientras que su taller trabaja en el retablo mayor del convento. A la par que concluiría el Cristo antes de 1636, pensamos que Gregorio se encargaría de la imagen del Carmen; al ser la devoción más importante y ocupar la capilla principal, no la iba a delegar en un ayudante de su taller, sino que terminarían aspectos secundarios. Tras su restauración ha aparecido una obra de altísima calidad en cada uno de sus detalles, muy acabada en aspectos que no vemos en otras de sus obras. Es lo mismo que ha sucedido con la imagen Coronada del Carmen de Calahorra tras su restauración. El hermoso rostro de la Virgen, tallada hacia 1634, esboza una tierna sonrisa, con sus cabellos castaños claros, muy similar a la Virgen de Candelaria o la Virgen de la Sagrada Familia, ambas en la Iglesia de San Lorenzo de Valladolid, o a la Virgen que se aparece a San Bernardo del monasterio vallisoletano de Valbuena de Duero. El velo cubre su cabeza y se recoge hacia la izquierda en un prototipo usado por el maestro habitualmente. Vestida con el hábito del Carmelo, está acabada en múltiples detalles de estofado, como las cenefas de la capa, el Escapulario o el interior de la capa. Lleva el escudo del Carmen Descalzo en el pecho y en las esquinas de la cenefa de la capa, en los ángulos inferiores. La manera de disponer la mano y el paño para sujetar al Niño Jesús, pieza que se desmonta aparte, es similar a la de la Virgen de la Candelaria que hemos citado anteriormente. El Niño es obra de particular gracia, bendiciendo con la mano derecha, mientras que con la otra sujeta el orbe junto a su cintura. Se asemeja a la imagen del Niño del Carmen Extramuros de Valladolid. Los cinco querubines de la peana son muy frecuentes en su producción y los vemos en la mayoría de sus obras más monumentales. |
BIBLIOGRAFÍA (1) MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José. El escultor Gregorio Fernández, pp. 236 y ss. (2) IbDOBADO FERNÁNDEZ, Juan. Catálogo Tesoros Marianos, Córdoba, 2012, pp. 166-167. |
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