BICENTENARIO DE DAUMIER (X)
ESCULTURAS


 

 

Daumier empezó a crear por orden de Charles Philipon, a partir de 1832, pequeñas estatuillas de arcilla. En realidad, se trataba de una colección de más de 40 bustos -aunque sólo 36 de ellos han llegado hasta nosotros- que servían de modelo para sus litografías Célébrités de la caricature (F1), serie de imágenes satíricas de los diputados, senadores y ministros franceses de derecha, a los que observaba en las sesiones parlamentarias.

Si pensamos que Daumier sólo tenía 24 años cuando comenzó la serie de bustos, hemos de experimentar una cierta estupefacción al ver la osadia de su técnica y la pujante fuerza de expresión que puso en estos retratos que revelaban los primeros síntomas de lo que podríamos llamar más tarde un concepción impresionista de la escultura. Algunas son sólo un modo de expresión puramente caricaturesco, pero la mayor parte nos demuestran que Daumier no se contentó con la habilidad habitual de otros caricaturistas, sino que fue el creador de un nuevo estilo de modelado cuya libertad y energía no aparecen de nuevo hasta Rodin.

Dotado de una memoria visual poco común -pocas veces dibujaba con el modelo delante-, Daumier revivía un rostro con la arcilla una vez llegaba a casa. Muy pocas veces se cuidó de hacer cocer sus esculturas, que han llegado casi todas a nosotros en precario estado. Algunas veces les daba color utilizando una tierra bastante gruesa a la que mezclaba arena calcárea y que se prestaba muy mal a la cocción.

Después de sus pequeños bustos de políticos, ejecutó entre 1835 y 1838 una Cabeza de Hombre Sonriendo y una Cabeza de Hombre con Sombrero Grande, cuyos se encuentran en la Glyptotek de Copenhague. Hacia 1844 modeló un yeso, El Hombre de la Peluca Larga, y en 1848 una pequeña figura de barro cocido, El Payaso Inoportuno. Su Ratapoil (F2), excelente silueta destinada a ridiculizar a los agente de la propaganda bonapartista, puede fecharse aproximadamente en 1850. El carácter un poco sedicioso de esta obra le valió estar durante mucho tiempo escondida en un cesto para botellas.

De la misma época conocemos El Fardo, que pertenece a la Walters Art Gallery de Baltimore. Esta obra nos muestra, por el carácter casi pictórico de sus rasgos, que anuncian ya la visión de Medardo Rosso, como Daumier había avanzado sobre su tiempo. El Louvre posee una de las dos versiones de un pequeño bajorrelieve en yeso titulado Los Emigrantes (F3), cuya fecha no puede establecerse con precisión y que como El Fardo fueron el tema de una de sus pinturas. Estas son sus mejores y principales obras escultóricas.

Jamás se preocupó Daumier de exponer sus piezas escultóricas. Solamente en 1878, un año antes de su muerte, fue posible ver una gran muestra de sus obras en casa de Durand Ruel. Daumier, casi ciego entonces, después de haber sido operado de la vista sin éxito, no pudo asistir.

Con un vital nervio plástico, Honoré-Victorien Daumier, creador versátil donde los haya, realizó en el campo de la escultura, como lo haría más tarde Edgar Degas (1834-1917), un trabajo íntimo, lleno de viveza y de espontaneidad, que complementa su extraordinaria aportación al mundo del arte.

 

 

FUENTES: SELZ, Jean. La Escultura Moderna: Orígenes y Evolución,
Barcelona, 1964; A.A.V.V. La pintura realista en Francia, Barcelona, 1997. 

 

 

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