Las creaciones del cordobés Antonio Bernal Redondo (1957) no solo han supuesto un enorme baño de calidad y nobleza en la imaginería de hoy en día, sino también la creación de un círculo escultórico contemporáneo con lenguaje y estilo propios, al que un grupo de jóvenes valores, cordobeses o no, sigue fielmente los pasos.

Sus obras, retratos del natural varias de ellas, presentan influencias de la escuela sevillana de los siglos XVII y XVIII, del círculo de escultores cordobeses del XVIII, y de la imaginería italiana, especialmente de obras de estirpe napolitana como la cordobesa Virgen Nazarena.

La gran mayoría presenta gran belleza e impecable acabado en su ejecución, especial énfasis en la aplicación de las policromías, y gran calidad en las pinturas y pátinas que dejan notable prestancia añeja en piezas como la bella Piedad (2002-2003) de Los Realejos (Santa Cruz de Tenerife).

La trayectoria artística de Bernal, ganador del "I Premio La Hornacina" con el Crucificado de las Penas (Elche) y artífice también de interesantes trabajos de restauración, provoca grandes elogios entre el público y la crítica especializada, siendo una de las más valoradas actualmente dentro de la rama de escultura sacra.