2000-2009: UNA DÉCADA DE ESCULTURA SACRA (XII)

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

Fascinado por el gran sabor popular de la corriente roldanesca y el romanticismo de autores como Astorga, el sevillano Rubén Fernández Parra plasma en creaciones sacras su interés por unas estéticas tan diferentes como sugestivas. En algunos casos, casi parecen revivals de la impronta tan añeja que desprenden.

El conjunto de San Pedro y Malco (2005) para la cofradía onubense del Prendimiento es uno de los puntos referenciales de un trayecto donde se observa una personalidad propia sin renunciar a las anteriores referencias. Hijo del también imaginero Francisco Fernández Enríquez -artista también de mérito pese a un reconocimiento tan escaso como injusto-, Rubén labra con las dos figuras mencionadas una escena plena de la fuerza expresiva que requiere sin recurrir a aspavientos artificiosos, algo de lo que huye obsesivamente en cada obra.

La composición, integrada dentro de un misterio labrado íntegramente por nuestro escultor -a excepción de la imagen del Cristo-, casi merece paso propio que muestre de forma independiente su esplendor, caso también del San Juan Evangelista para La Palma del Condado (Huelva), otra de las excelentes muestras de su arte.

 

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