DOLOROSAS EN BLANCO Y NEGRO - VILLAVICIOSA
Sergio Cabaco y Jesús Abades
El momento representado por este simulacro mariano es el del recibimiento del pésame por parte de la comitiva fúnebre de Cristo. La Dolorosa inclina levemente la cabeza hacia la derecha y dirige la mirada al lado izquierdo, con el cuello muy contraído por los lamentos. Lejos de mostrar calladas señales de resignación, la imagen, tallada en el año 1691 por Antonio Cardoso de Quirós, muestra un semblante más dolorido y expresivo que nunca. El entrecejo queda muy fruncido, la boca aparece abierta en actitud de clamar su pena a los allegados, y los párpados se entornan, arrasados por el llanto. Los ojos son de cristal, las pestañas superiores de pelo natural, el perfil es clásico, y un redondeado mentón remata el carnoso y ovalado rostro. Seis lágrimas de cristal resbalan por las encendidas mejillas, tres en cada una de ellas. La lengua y la dentadura se hallan esculpidas en la madera. Las entreabiertas manos suelen portar el manípulo, los clavos del sacrificio y la corona de espinas del Hijo. El candelero de tan devota talla, realizada en madera de cedro, posee la base ovalada y se compone de ocho listones que parten de la cintura. El Duelo que acompaña a la Virgen de la Villaviciosa en su paso procesional, el último de los tres que forman parte del cortejo de la Cofradía del Santo Entierro de Sevilla, está formado por San Juan Evangelista, las Tres Marías y los Santos Varones. Todo el grupo escultórico es obra de Juan de Astorga Cubero (1829) y fue restaurado por José Rodríguez Rivero-Carrera entre los años 1992 y 1995. |
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