DOLOROSAS EN BLANCO Y NEGRO - HUELVA

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

     
     

La Virgen de Consolación y Correa en sus Dolores ofrece en su estación de penitencia del Jueves Santo una singular iconografía que muestra a María sola en el Calvario, mirando la cruz vacía con el sudario después de haber enterrado a Cristo. La Dolorosa, labrada en el taller del artista hispalense, afincado en Huelva, Joaquín Gómez del Castillo (1940), eleva la cabeza hacia la derecha y dirige la mirada hacia el titulus crucis del arbóreo madero, donde figura en letras grandes la inscripción latina INRI en alusión al Hijo perdido.

Se trata de una recreación castiza de una antigua imagen -advocada como Virgen del Mayor Dolor y destruida en el año 1936, cuya existencia se documenta en el Monasterio de Santa María de Gracia (Madres Agustinas) desde mediados del siglo XVIII-, inspirada a su vez en la popular talla que el escultor e imaginero Francisco Salzillo labró en el año 1755 para la murciana Cofradía de Jesús Nazareno. Tras desaparecer la primitiva, se adquirió en el municipio onubense de Cartaya, en el año 1937, una imagen de la Virgen de los Dolores, que actualmente se conserva en la sala de visitas del cenobio y fue sustituida por la actual.

Fruto de su inspiración, la Dolorosa del taller de Gómez del Castillo posee una larga y ondulada cabellera tallada que deja caer un mechón de pelo sobre el hombro derecho y muestra en parte visible la oreja izquierda. El semblante, de idealizadas facciones y acentuado rictus de dolor, ofrece el ceño y la frente fruncidos, los ojos de cristal, la nariz recta y alargada, y la boca entreabierta, con las comisuras de los labios hacia abajo, dejando ver la dentadura tallada. A pesar de la forzada postura, los músculos del cuello no se presentan contraídos.

Las pestañas superiores son postizas, mientras que las inferiores han sido finamente policromadas y resaltadas mediante un trazo negro del pincel. Sus carnaciones son aceitunadas, y las manos aparecen extendidas, portando un rosario en la izquierda y un manípulo en la derecha. El cambio del título por el de Consolación y Correa obedece a su fuerte vinculación con la comunidad agustina; no en vano, desde siempre ha recibido culto en su céntrico templo de la Plaza de las Monjas, que además acogió, en el año 1921, la fundación de la Cofradía del Cristo de la Buena Muerte, la cual tomó la Dolorosa desde un principio como titular mariana.

Restaurada por el sevillano Taller Dueñas (1993), es una obra de madera policromada, con candelero para vestir, que mide 170 cm de altura. Pese a la mencionada disposición en su paso, cincelado en alpaca plateada y alumbrado por candelabros de guardabrisas, durante unos años procesionó bajo palio por las calles onubenses.

 

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