DOLOROSAS EN BLANCO Y NEGRO - MADRE DE DIOS DE LA PALMA
Sergio Cabaco y Jesús Abades. Fotografía de Eugenio Borrego
Aunque no está documentada, la Virgen se atribuye con bastante fundamento al escultor e imaginero Manuel Gutiérrez Reyes, artista hispalense de desigual producción que realizó con esta obra "la más conseguida y expresiva de sus Dolorosas", en palabras del historiador Jorge Bernales Ballesteros. Labrada en el año 1888 bajo un modelo de gran espiritualidad, cabe resaltar su desolada mirada a las alturas; una mirada que se explica por el hecho de que, hasta el año 1927, figuraba en el paso de misterio a los pies del Crucificado de Burgos, dirigiendo la vista hacia el rostro muerto del Hijo. Su estética remite a las imágenes marianas de Juan de Astorga, con el que estuvo durante mucho tiempo relacionada, especialmente en detalles como la carnosidad del rostro, el redondeado cuello o la delicadeza del semblante. Sin embargo, y pese a sus evidentes calidades, carece de la majestuosidad formal del archidonés y de su concienzudo estudio expresivo, resultando una pieza formalmente más esquemática y simplificada. Como elementos postizos, la titular de la cofradía sevillana del Cristo de Burgos lleva peluca de cabellos naturales, ojos de vidrio, pestañas superiores de pelo natural y cuatro lagrimas de cristal, dos en cada mejilla. Mide 169 centímetros de altura. En sus manos porta la palma que le da su advocación, una bella pieza cincelada por los Hermanos Delgado en oro de ley (1999). En el año 1958 fue intervenida por el escultor e imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci, quien hizo nuevo candelero. En el año 2001, en el Taller Serbal, se limpió la policromía de tan piadosa Dolorosa, tallada en madera de cedro policromada, y se le realizaron nuevos brazos y candelero. |
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