DOLOROSAS EN BLANCO Y NEGRO - DULCE NOMBRE

Sergio Cabaco y Jesús Abades. Fotografía de Eduardo García Mérida


 

     
     

Primera de la serie de Dolorosas del tipo castizo-sevillano que fueron labradas por el escultor Antonio Castillo Lastrucci, quien tuvo como modelo a una joven sevillana llamada María Cos García. El propio artista hispalense retalló la mascarilla de la Virgen el mismo año de su ejecución (1924), al no ser su fisonomía primitiva del agrado de la hermandad. También le colocó ojos de cristal, rehizo las manos y la encarnó de nuevo.

Del prototipo establecido en esta obra, y consagrado una década después con la Virgen de la Hiniesta, derivarían las Dolorosas posteriores. Todas ellas se caracterizan por una acusada frontalidad, rasgos aniñados, entrecejo moderadamente fruncido en forma de uve, ojos vítreos y generalmente intrábicos, largas pestañas postizas en el párpado superior que contribuyen a profundizar la mirada, clásico perfil, tersas mejillas, rostro ovalado, redondeado mentón, cuello suavemente anatomizado, carnaciones aceitunadas y labios entreabiertos con los dientes superiores curiosamente tallados, situando un único incisivo en su centro.

En este caso, la imagen mariana, tallada en madera de pino de Flandes con manos de cedro, posee un rostro de gran belleza que se antoja más maduro que otras creaciones sobre el tema. Ladea ligeramente la cabeza hacia la derecha y lleva cinco lágrimas de cristal que corren por sus mejillas, tres por la izquierda y dos por la derecha. Las manos, de dedos rectos y bien modelados, aparecen extendidas, portando un pañuelo en la derecha y un rosario en la izquierda. El candelero actual está compuesto por ocho listones que arrancan de las caderas.

La Virgen del Dulce Nombre, titular mariana de la cofradía del mismo nombre, conocida también como la Cofradía de la Bofetá por la escenografía de su paso de misterio, mide 173 cm de altura. Su autor volvió a restaurarla en el año 1941. En 1970, Julio Cos Capdevilla le hace nuevo candelero, labor que repetiría en 1991 el Taller Isbilia a la hora de intervenirla. La Dolorosa posee otro juego de manos, labrado por el escultor e imaginero sevillano Luis Álvarez Duarte (1972).

La efigie de San Juan que la acompaña en su paso de palio cada Martes Santo, fue labrado también por Antonio Castillo Lastrucci en el año 1924. Sus manos actuales son del también escultor e imaginero sevillano Antonio Eslava Rubio (1956). En el año 1991, el Taller Isbilia le hizo cuerpo nuevo. Tanto la talla del Evangelista como la de la Señora ostentan en sus bustos la firma de su autor.

 

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