ALBERTO DURERO - OBRA SACRA
EL MARTIRIO DE LOS DIEZ MIL CRISTIANOS
25/05/2021
Esta pintura al óleo sobre tabla, posteriormente transferida al lienzo (99 x 87 cm), muestra el legendario martirio de diez mil soldados cristianos en el monte Ararat (Armenia), realizado por el rey persa Sapor I a las órdenes del emperador romano Adriano y su sucesor Antonino Pío -por entonces, procónsul del Imperio Romano en Asia- o, según otras tradiciones, en la época posterior de Diocleciano. La obra, pintada en 1508, fue encargada por Federico el Sabio, fiel mecenas del artista desde 1496. El tema lo eligió el propio cliente, un apasionado coleccionista de reliquias, entre ellas algunas de los llamados "diez mil mártires". Durero había tratado el tema en una xilografía realizada unos diez años antes, pero en esta obra, hoy conservada en el Kunsthistorischen Museum de Viena, eliminó algunos detalles truculentos. Es una creación inusual en el artista, tanto por la primera impresión que causa en el espectador -una especie de revoltijo donde se mezclan figuras vestidas y desnudas, aunque Durero no representó a 10.000 sino a 60 figuras; solo los mártires, sin contar las de los verdugos-, como por el rebuscado paisaje con formas de árboles retorcidos y vegetación selvática. La pintura se menciona repetidamente en la correspondencia que Alberto Durero mantuvo con Jakob Heller. Su precio fue de 280 florines. Numerosas escenas de martirio tienen lugar en el cuadro: en primer plano vemos escenas de crucifixión, decapitación, aplastamiento con un martillo... todo ello bajo el mando de los crueles verdugos, entre ellos el mencionado gobernante persa que aparece a caballo a la derecha, como un sultán. En general los verdugos lucen vistosas ropas otomanas, acordes con la época. Al fondo vemos grupos llevados a lo alto de un acantilado y arrojados entre rocas y arbustos espinosos, así como peleas, lapidaciones o apaleamientos. En el centro, vestidas de negro, dos figuras de otro periodo histórico parecen caminar plácidamente entre los horrores como testigos de fe: una es la del propio Durero -que sostiene una especie de veleta con su firma-; la otra se cree que es la de su amigo y humanista Konrad Celtis, fallecido meses antes. Los vibrantes colores, la riqueza de detalles, que da al conjunto la apariencia de elegante miniatura, y el movimiento de las masas -en ningún otro de sus trabajos Durero ha mostrado tanta cantidad de posiciones corporales diferentes- a modo de ballet, contribuyen también a atenuar lo macabro del episodio. El martirio de los diez mil cristianos no se ha podido verificar históricamente. La tradición cristiana toma como referente al príncipe Acacio de Armenia -luego San Acacio-, quien en principio aliado con Adriano, luchó con su ejército contra los insurgentes a Roma. Luego Acacio se convirtió al cristianismo y por ello fue martirizado junto a su debilitado ejército por el emperador. Otras fuentes hablan de la gran persecución cristiana de Sapor I. |
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