EL ANTIGUO EGIPTO - EL TEMPLO DE HATSHEPSUT

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 
 

 

Bien conocida es la historia de la primera mujer egipcia que tomó el título de faraón. La única descendiente legítima de Tutmosis I se casó con su hermanastro, Tutmosis II, quien falleció poco después tras haber tenido un hijo con una de sus mancebas: Tutmosis III. La reina, que había gobernado junto a su marido ostentando casi todo el poder, siguió aferrada a sus prerrogativas de soberana autócrata y se hizo retratar como un hombre, con una barba postiza y todos los atributos que correspondían a un rey. A su muerte, Tutmosis III, quien no pudo subir al trono tras el fallecimiento de su padre dada su niñez, emprendió una cruzada contra el recuerdo de su madrastra, con la que siempre mantuvo una lucha por el poder absoluto, destruyendo sus estatuas y monumentos. 

Durante el idílico reinado de Hatshepsut (1479/1457 A.C.) se aplicó una política de paz y desarrollo económico en lugar de optar por la lucha contra el enemigo. Se abrieron nuevas minas de turquesas, se envió una expedición al país de Punt (actual Somalia) y se levantaron dos colosales obeliscos en Karnak. Por contra, el reinado de Tutmosis III (1479/1425 A.C.) resultó especialmente guerrero, extendiéndose el poder egipcio hasta el interior de Asia. El faraón amplió sustancialmente el templo de Karnak, ocultando los obeliscos construidos por Hatshepsut para ocultar su memoria y erigiendo los suyos propios, caso de La Aguja de Cleopatra, actualmente en Londres.

El santuario de Hatshepsut, llamado Deir el-Bahari por el nombre árabe de su emplazamiento, fue erigido en honor del dios Amón y como recuerdo de Tutmosis I. Tan magnífica construcción, en parte excavada en la roca y en parte realizada de forma exenta, en forma de terrazas comunicadas mediante rampas, no se libró de la destrucción emprendida por Tutmosis III; de hecho, casi todos los relieves de las hazañas de la reina que adornaban sus muros fueron mutilados y cerca del templo se localizó una cantera llena de fragmentos de estatuas de caliza y granito rosa de la reina que, en las últimas decadas, al igual que su santuario, han sido felizmente reconstruidas.

 

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