LA OBRA DE JUAN GONZÁLEZ MORENO (XII)
VIRGEN DE LA SOLEDAD DE LOS POBRES - CARTAGENA

Centro de Restauración de la Región de Murcia


 

Con Juan González Moreno (Aljucer, 1908 - Murcia, 1996) asistimos al renacimiento de la escultura religiosa en la región, dejando a un lado los agotados patrones salzillescos.

A pesar de haberse iniciado en el ambiente de los talleres tradicionales, su amistad con el grupo de artistas más renovadores del panorama local murciano de los años veinte y la obtención de una pensión para estudiar escultura en la Escuela de San Fernando de Madrid le permitirían ampliar sus horizontes creativos. Su estancia en la capital le permitió conocer la obra de aquellos escultores que perseguían una conciliación entre clasicismo y vanguardia, entre ellos Capuz, cuya obra ya había tenido ocasión de admirar cuando se desplazó a Cartagena para contemplar el Descendimiento (1930).

Terminados sus estudios, y ya de regreso a su tierra, desarrollaría una gran actividad en el campo de la escultura religiosa. Pero la culminación de su formación vendría cuando, tras sus estancias en Italia (1948-49 y 1952) y Francia (1955) uniera al aire renovador de la escultura que conoció en su etapa madrileña la impronta del renacimiento italiano y la influencia decisiva del clasicismo renovado, de formas puras y plenas, de un Arístides Mallol, dando como resultado una obra que podemos inscribir dentro de lo que se vino a llamar mediterraneidad.

Es a esta etapa de madurez a la que pertenece la Virgen de la Soledad de los Pobres que esculpió en 1959 para la Cofradía de los Marrajos de Cartagena y que el propio escultor consideraba una de sus mejores obras. Es una imagen cerrada, de líneas elegantes que van describiendo un ritmo muy marcado, procesional, confluyendo en las manos apretadas, donde se condensa toda la energía que se desprende del conjunto de la talla y, especialmente, de la mirada cabizbaja y la boca entreabierta.

La serenidad impregna esta escultura, renunciando al recurso fácil de lo excesivamente retórico y truculento, y buscando una cierta idea de belleza a la que el autor concedía todo el valor de la tradición mística, desde San Agustín, pasando por el gótico, hasta el neoplatonismo florentino. En la imagen destaca el uso del oro con un doble valor, compositivo y simbólico, concentrado de manera especial y evidente como marco del rostro de la Virgen.

La imagen de la Soledad de los Pobres es una escultura realizada en madera de conífera (pino rojo), posteriormente enyesada, policromada (con muy finas capas de película pictórica) y con estofas. Fue restaurada en 2006 por el Taller de Verónicas, donde limpiaron la escultura, eliminaron repintes, fijaron la policromía, enchuletaron grietas, reintegraron lagunas pictóricas y aplicaron un barniz mate de protección.

 

 

Fotografías de Víctor Manuel López Arenas

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