RETRATOS DE EMPERADORES (XII)
CONSTANTINO


 

 

Constantino

Nacido en el año 272 o 273 en Naissus (Dacia), actual ciudad serbia de Niš, Constantino era hijo de Constancio y de su primera esposa (antes concubina) Helena. Sirvió en la corte de Diocleciano tras el nombramiento de Constancio como césar y seguidamente formó parte del personal al servicio de Galerio. En el 306 se le permitió unirse a Constancio en Britania y las tropas lo vitorearon como Augusto tras la muerte de Constancio en York ese mismo año. Sin embargo, Galerio no aceptó confirmarlo y Constantino tuvo que conformarse con el título menor de césar. El reinado de Constantino se fecha normalmente a partir del año 307, cuando se casó con Fausta, hija de Maximiano, quien entonces lo reconoció como augusto.

En el año 308, una conferencia a la que asistieron Diocleciano, Maximiano y Galerio depuso de nuevo a Constantino de manera formal, pero el emperador rechazó esta degradación. Su principal rival era Majencio, hijo de Maximiano (quien finalmente se suicidó asediado por Constantino), al que derrotó en la batalla del Puente Milvio en el año 312, una vez consolidado el control sobre Britania y Galia. El imperio quedó entonces dividido entre el gobierno de Licinio, en Occidente, y Constantino en Oriente. Sin embargo, en el año 324, Constantino derrocó a Licinio y desde entonces gobernó como único augusto.

Soldado y administrador muy competente, reforzó y reorganizó las fronteras, desplazó la guardia pretoriana por una guardia personal de caballería germánica, convirtió a los cuatro prefectos del pretorio en poderosos administradores financieros y judiciales, reformó la moneda al igual que Diocleciano, extendió la burocracia e incrementó los impuestos, que con frecuencia se pagaban en especie.

Una de las dos reformas más importantes de Constantino fue el establecimiento de una nueva capital, Constantinopla (moderna Estambul), en Bizancio, comenzada en el 324 y dedicada seis años más tarde. Adornada con edificios espléndidos, tenía su propio Senado, que enseguida superó en rango al de Roma. La otra gran reforma fue hacer cristiano al Imperio, si bien Galerio ya había promulgado un edicto de tolerancia en el año 311. Constantino atribuyó su victoria en el Puente Milvio (conmemorada en el famoso Arco de Constantino) al dios cristiano, y junto con Licinio promulgó un nuevo edicto de tolerancia (Edicto de Milán), tanto para paganos como para cristianos, en el año 313. Aunque conviene señalar que Constantino recibió el bautismo solo en su lecho de muerte en Nicomedia, en el año 337, no cabe duda que estimuló activamente la cristianización del Imperio, la construcción de iglesias y el progreso de la carrera de funcionarios cristianos.

Constantino ejecutó a su esposa Fausta y a su hijo mayor Crispo (hijo de Minervina y al que había hecho César el año 317) en el año 326 bajo la sospecha de traición. También se sospecha que ordenó la masacre de sus parientes que siguió a su muerte en mayo del año 337 (entre ellos, sus sobrinos Dalmacio, césar desde el año 335, y Anibaliano, rex de Capadocia y ponto desde el año 335) para dejar abierto el camino a la sucesión a los hijos que había tenido con Fausta: Constante, Constancio II y Constantino II; aunque otros autores piensan que tal masacre fue organizada por estos tres hermanos para repartirse entre ellos el Imperio.

 

La obra

El célebre grupo de los Tetrarcas de Venecia (130 cm de altura), traídos de Constantinopla y reutilizados en la fachada del Tesoro de San Marcos, representa bien las tendencias formales de la retratística y la escultura tardorromana, con su alejamiento general de los cánones clásicos y la expresividad de los rostros, de ojos atónitos y la mencionada búsqueda de efectos psicologistas y de expresión de espiritualidad; y todo ello sin mencionar el uso del pórfido, la dura roca tan preferida por la tradición escultórica egipcia, que, asociada a la púrpura imperial, gozará de gran estima en la Antigüedad tardía.

La misma espiritualidad anima el rostro de este retrato colosal de Constantino (260 cm de altura de la cabeza al cuello), procedente de la Basílica Nova de Roma y actualmente conservado en los Museos Capitolinos. Aun en la masividad de sus rasgos de coloso, este fragmento de estatua monumental deja ver el clasicismo que animó el arte y el retrato de su época, al tiempo que la enormidad general de la escala subraya la importancia concedida a la magnitud y la expresividad de sus ojos, con la pupila profundamente marcada y dirigida hacia arriba. Son, en suma, las notas propias de la retratística y el arte de la última etapa del Imperio romano.

 

Fotografía de Gianni de Dom

 

FUENTES: SPEAKE, Graham. Diccionario Akal de Historia del Mundo Antiguo, Madrid, 1999, p. 101; BENDALA GALÁN, Manuel. "El arte romano", en Ars Magna, tomo IV, Barcelona, 2011, p. 249-251.

 

Anterior Entrega en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com