LA OBRA DE ANTONIO CASTILLO LASTRUCCI (XXIV)
VIRGEN DE GUADITOCA (GUADALCANAL - SEVILLA)

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

En su obra El Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca, publicada en 1916, el historiador Antonio Muñoz Torrado nos describe la primitiva imagen de la Patrona de Guadalcanal en los siguientes términos:

 

"Es una hermosa escultura de vestir, de rostro un poco alargado; tiene una gravedad severa a la par que dulce, que atrae reverente a quien la mira, infundiendo respeto, amor y confianza filial; la frente es ancha y despejada, las cejas menudas, negras y arqueadas; los ojos negros y grandes con mirada tan agradable y serena que subyuga y llega hasta lo hondo del alma; la nariz larga y afilada; la boca pequeña y los labios finos y encendidos; teniendo junto a la boca en el lado izquierdo un lunar, que da la impresión de singular belleza a todo el rostro".

 

Respecto al Niño, que se presentaba separado de la Madre, según Muñoz Torrado estaba tallado:

 

"En madera de encina, y de su dorada túnica sólo conserva la fimbria, habiendo sido destruido lo demás; el rostro, aunque repintado y con ojos de cristal, conserva las líneas puras y severas de las esculturas góticas, así como las manos, cuya diestra bendice a la griega y cuya izquierda oprime dulcemente un pajarito. Está colocado actualmente sobre una peana de encina tallada".

 

De todo ello, el historiador Carlos Ros, co-autor de la obra Guía para Visitar los Santuarios Marianos de Andalucía Occidental, deduce que este simulacro, destruido en el año 1936, era de talla completa y estaba en actitud sedente, siendo mutilado en fecha indeterminada para vestirlo y separar la imagen del Niño del regazo materno. Dicho historiador lo fecha en el siglo XIV. Por sus características, efectivamente, podría relacionarse con otros grupos marianos de finales de esa centuria que se conservan en Andalucía, caso de la Virgen del Álamo de Olivares (Sevilla) o la Virgen del Pajarito de Cumbres de San Bartolomé (Huelva).

Pese a ser calificada por Ros como reproducción de la imagen primitiva, lo cierto es que la imagen de Antonio Castillo Lastrucci que reemplaza a la anterior y fue ejecutada en el año 1937, remite vivamente a la plástica femenina del imaginero sevillano. Pese a tomar detalles de la pieza gótica como las cejas arqueadas, los grandes ojos negros, la boca fina y menuda o cierto hieratismo en el gesto, además del distintivo que supone el gran lunar situado junto a los labios, la impronta neobarroca del escultor está presente tanto en la dulzura de la expresión como en la belleza de María, propia de los modelos estéticos del momento.

 

Fotografía de http://www.guaditoca.blogspot.com

 

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