Esta pequeña figura en madera policromada (90 x 40 x 27 cm) ha sido identificada, junto con la de San Roque (imagen inferior), como las dos obras encargadas el 14 de febrero de 1726 a Anton Maria Maragliano por la Hermandad del Carmen de la iglesia parroquial de San Nicolás y San Erasmo del hoy distrito genovés de Voltri. Maragliano cobró 110 liras por la hechura de los santos, mientras que Corrado Torre, artista especializado en la decoración de esculturas talladas en madera, recibió 80 liras por policromarlos, dorarlos y estofarlos.

Ambos santos, invocados contra la peste, fueron colocados en la capilla de San Sebastián del mencionado templo de Voltri, ya que la Hermandad del Carmen no poseía capilla propia en el mismo y sus hermanos se apoyaban en la cofradía de los descargadores del puerto, consagrada al mártir asaeteado. Actualmente se encuentran en el Museo Diocesano de Génova. La última restauración que tuvieron fue la practicada en el año 2005 por Nino Silvestri bajo la dirección de Gianluca Zanelli.

El San Sebastián del Museo deriva del homónimo procesional que Maragliano labró en 1700 para la Hermandad de los Disciplinantes del municipio de Rapallo, en la provincia de Génova, una corporación popularmente conocida como "Los Blancos" por el color de sus capuchas. Esta última talla fue labrada en un momento anterior a la gran fama adquirida por el artista durante la primera década del siglo XVIII.

Con la obra realizada para Voltri encontramos a un Maragliano ya en su madurez. Al igual que hizo en el santo para Rapallo, se inspira en el simulacro de mármol realizado por el escultor francés Pierre Puget para la basílica de Carignano (ver enlace inferior). Ello podemos advertirlo tanto en el diseño de la figura y la indumentaria subyacente, como en la multiplicidad de puntos de vista de una silueta que parece marcar un paso de baile, detalle enfatizado por la disposición de las extremidades, la presencia escenográfica de la capa, curvada en dirección opuesta, y la armadura en desuso como si fuera un traje teatral.

San Sebastián y San Roque muestran la particularidad de ser piezas del tipo relicario, con un pequeño cofre ovalado en el pecho para albergar los antiguos vestigios. El modelado es muy suave en las extremidades, gráfico en el cabello, fluido en los paños, y refinado y diminuto en unos rostros animados por brillantes ojos de vidrio. Todo ello queda sumamente realzado por la hábil decoración de Torre, rica en motivos rocallas de oro.