MITOS GRECORROMANOS EN EL ARTE (V)
LA MUERTE DE JACINTO

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

El Mito

Jacinto era un hermoso jovencito, compañero de juegos y correrías del dios Apolo. Los dos solían ir juntos al campo a lanzar el disco y a los bosques a cazar fieras. Pero ocurrió un día que Apolo lanzó mal su disco y el pesado proyectil fue a golpear a Jacinto en la cabeza, hiriéndolo mortalmente.

De nada valieron las hierbas medicinales con que Apolo, angustiado, trataba de curar la herida. Jacinto reclinó su cabeza sobre el hombro y cerró los ojos para siempre. Entonces, el dios del sol mandó que su sangre joven reviviera en forma de flor todos los años, cuando la primavera sustituya al invierno con sus nuevas corolas.

Y desde aquel día, en la estación de la primavera, nacen en los campos miles de aterciopeladas flores llamadas jacintos, en memoria del bello y malogrado héroe adorado por Apolo.

 

El Autor

El artista que domina la escuela pictórica veneciana en el siglo XVIII: Giovanni Battista Tiépolo (1696-1770), también conocido como Giambattista Tiépolo. Fue, ante todo, un gran fresquista que pobló con sus decoraciones cerúleas las bóvedas de los palacios más notables de su época.

Sus obras de caballete, como el óleo sobre lienzo que nos ocupa, están influidos por dicha vocación de fresquista, dejando el cuadro abierto por uno de los lados. Las figuras se distancian con soltura de espacios, en tamaños distintos, y sobre relieves que permiten un espléndido juego escenográfico.

 

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