EDVARD MUNCH. 150 ANIVERSARIO
NOCHE EN SAINT-CLOUD
Josep Rius
La obsesión por la muerte y la soledad es un tema recurrente en la obra de Munch, y Noche en Saint-Cloud (1890) no es la excepción. La sombra del marco de la ventana en el suelo tiene forma de cruz, mientras que la lámpara sobre el marco representaría un crucifijo. Esta doble cruz simbolizaría la muerte, hendida en el corazón de Munch por las defunciones de su madre y su hermana. La rotunda melancolía de este óleo sobre lienzo (64,5 x 54 cm), conservado en la Nasjonalgalleriet de Oslo, invade a los espectadores, a pesar de la secreta intimidad del personaje que se adivina en la tela. Es una obra de transición, entre un cromatismo todavía impresionista y la imposición de forma al color. 1890 fue un año crucial para Munch, quien un año antes, escapando de una epidemia de cólera, se trasladó al suburbio parisino de Saint-Cloud con el poeta danés Emmanuel Goldstein. En su escrito El Manifiesto de Saint-Cloud expresa su ruptura con el naturalismo y proyecta componer un friso sobre la vida. En Noche en Saint-Cloud, el pintor emplea, sobre todo, tonos oscuros en los que predominan el azul y el verde para realzar la vista interior nocturna de un apartamento, iluminado por la luz nocturna que se filtra, como una bruma, desde la ventana. Hay otros puntos de luz que contribuyen a crear contrastes: la lámpara ilumina la pared izquierda, parte del asiento y del suelo, pero deja a contraluz al hombre que está sentado; asimismo, desde la ventana se intuye un barco muy iluminado que pasa por el río, pero sus bombillas no penetran en la atmósfera del cuadro; solo realzan los contornos de la ventana, cuyo centro, junto con la lámpara, marca la vertical dominante de la composición, mientras que la sombra del marco sobre el suelo determina la diagonal más vigorosa. Este juego de líneas verticales y diagonales organiza el espacio de la estrecha habitación para que parezca más amplia. Las dos líneas principales dividen el cuadro en dos áreas geométricas complementarias y, aproximadamente, del mismo tamaño: una más iluminada, y la otra en penumbra. Una figura masculina, tocada con sombrero de copa, está sentada en un sofá, hacia el fondo del cuadro, con la cabeza apoyada en la mano izquierda mientras observa por la ventana. El modelo del cuadro fue su amigo Goldstein, aunque bien podría tratarse del propio Munch que, en medio de ese juego de penumbras y destellos de luz, se convierte en la viva imagen de la tristeza, la soledad y la melancolía en un mundo extraño. |
FUENTES: RIUS, Josep. "Munch", en Grandes Maestros de la Pintura,
colección editada por Sol a través del diario Público, Barcelona, 2008, pp. 17 y 26-27.
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