LAS GLORIAS DE MURILLO (XVII)
CRUCIFIXIÓN
Sergio Cabaco y Jesús Abades
El tema fue tratado en varias ocasiones por Murillo con caracteres comunes: la figura luminosa de Cristo recortada sobre un fondo nublado y tenebroso, con el fin de crear un contexto dramático donde se expone el sacrificio de Jesús en la cruz, y la poética devoción de la composición al no ser Murillo pintor de dolor y muerte, sino del realismo más dulce y de la piedad tierna y pudorosamente sensual. Estas obras sobre la Crucifixión muestran la notable influencia de las estampas y pinturas del flamenco Anton van Dyck en la obra de Murillo. La luz modela en todas ellas el atormentado cuerpo masculino, cuyos giros acentúan la sensación de bulto redondo. A veces Cristo aparece solo y otras acompañado de la Virgen María, san Juan y la Magdalena, que lo miran desconsolados. En este caso la Madre y el apóstol se sitúan a la derecha, mientras la santa se arrodilla y abraza fuertemente el madero. Otro elemento casi constante es el cráneo de Adán a los pies de Jesús como elemento que simboliza tanto el Gólgota como la labor redentora que asume el crucificado. Muy interesante es la versión conservada en el Museo Timken de San Diego (imagen superior, hacia 1660-1670), un óleo sobre lienzo de 208,9 x 113 cm en el que Jesús se halla todavía agonizante. Parece estar conversando con Dios Padre, pidiendo el perdón para sus verdugos. En la esquina inferior izquierda los contornos de la ciudad de Jerusalén apenas son accesibles en medio de la oscura niebla. Ya muerto aparece en otra espléndida obra que se conserva en el Museo Nacional del Prado de Madrid (imagen inferior, hacia 1675), de la que existe un boceto a menor escala en el Metropolitan de Nueva York. Como en las anteriores Murillo crea una escena perfecta para la meditación en este óleo sobre lienzo de 185 x 109 cm, en el que destaca también la placidez del rostro tras expirar, lejos ya del sufrimiento vivido. |
FUENTES Con información del Museo del Prado de Madrid y del MET de Nueva York. CAMPOY, Antonio. Bartolomé Esteban Murillo, Cupsa Editorial, Madrid, 1982, p. 18. |
Anterior entrega en este |
Noticia relacionada en este |
www.lahornacina.com