LA ICONOGRAFÍA DE LA NAVIDAD EN EL MUNDO DEL ARTE - ANEXOS (I)
LA INCREDULIDAD DE LA COMADRONA

Con información de Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

Especial que complementa al realizado inicialmente en 2006, totalmente reformado y ampliado en 2013, sobre el ciclo navideño en el mundo del arte. Tradicionalmente, este periodo que comprende desde la festividad de San Nicolás el 6 de diciembre (ver enlace) hasta el 2 de febrero, día de la Candelaria, ha sido enriquecido con pasajes aportados por los apócrifos y otros escritos sagrados, muchos de ellos de origen medieval, dada la carencia de anécdotas que existe en los pasajes canónicos. Ahora nos ocupamos de varios de dichos pasajes.

 

 
 

"Y José había ido a buscar comadronas. Mas, cuando estuvo de vuelta en la gruta, María ya había parido a su hijo. Y José le dijo: Te he traído dos comadronas, Zelomi y Salomé, mas no osan entrar en la gruta a causa de esta luz demasiado viva. Y María, oyéndolo, sonrió. Pero José le dijo: No sonrías, antes sé prudente, por si tienes necesidad de algún remedio. Entonces hizo entrar a una de ellas. Y Zelomi, habiendo entrado, dijo a María: Permíteme que te toque. Y, habiéndolo permitido María, la comadrona dio un gran grito y dijo: Señor, Señor, ten piedad de mí. He aquí lo que yo nunca he oído, ni supuesto, pues sus pechos están llenos de leche, y ha parido un niño, y continúa virgen. El nacimiento no ha sido maculado por ninguna efusión de sangre, y el parto se ha producido sin dolor. Virgen ha concebido, virgen ha parido y virgen permanece. Oyendo estas palabras, la otra comadrona, llamada Salomé dijo: Yo no puedo creer eso que oigo, a no asegurarme por mí misma. Y Salomé, entrando, dijo a María: Permíteme tocarte, y asegurarme de que lo que ha dicho Zelomi es cierto. Y, como María le diese permiso, Salomé adelantó la mano. Y, al tocarla, súbitamente su mano se secó, y de dolor se puso a llorar amargamente y a desesperarse, y a gritar: Señor, sabes que siempre te he temido, y he ayudado a los pobres sin pedir nada a cambio, y que nunca he despachado a un menesteroso con las manos vacías. Y he aquí que me veo desgraciada por mi incredulidad, y por dudar de vuestra virgen. Y, hablando así, un joven de gran belleza apareció a su lado, y le dijo: Aproxímate al niño, adóralo, tócalo con tu mano, y él te curará, porque es el salvador del mundo, y de cuantos esperan en él. Y tan pronto como ella se acercó al niño y lo adoró y tocó los lienzos en los que estaba envuelto, su mano fue curada".

(Evangelio del Pseudo Mateo, XIII, 3-5)

 
 
Anónimo
Hacia 1305-1320
Mosaico
Iglesia de San Salvador de Cora en Estambul
 
 

Las primeras representaciones del nacimiento de Cristo mostraban a María dando a luz con dolor. Los artistas bizantinos recogieron los primitivos tipos iconográficos y, según el gusto oriental, representaron un verdadero parto con María recostada en un lecho, agotado por el esfuerzo físico y asistida por dos parteras que lavan y envuelven en pañales al recién nacido, como podemos observar en el mosaico de Estambul.

No fue hasta el siglo XVI cuando, tanto en Oriente como en Occidente, se impuso la opinión de que la Virgen no solo parió sin dolor, sino que lo hizo gozosamente y atendiendo al Mesías con sus propias manos, convirtiéndose la natividad de Cristo en una adoración.

El protoevangelio de Santiago, escrito en griego probablemente a mediados del siglo II, habla de una comadrona hebrea no identificada que comunica a un personaje femenino llamado Salomé la virginidad de María. La incredulidad de Salomé, que llegó a meter un dedo en la naturaleza de María para salir de dudas, fue castigada con la pérdida de su mano quemada; arrepentida, Salomé fue perdonada y curada por Dios bajo la advertencia de no contar lo sucedido hasta que el Niño no entrara en Jerusalén.

Dicha leyenda prácticamente se repite en el evangelio del Pseudo Mateo, versión latina del anterior escrita quizás en el siglo VII, donde se nombra a dos comadronas, Zelomi y la incrédula Salomé, cuya mano en este caso se seca y vuelve a la vida al tocar los pañales del recién nacido.

En el mosaico del exonártex de Cora o Chora, bien conservado como el resto de los mosaicos y frescos de dicho templo bizantino al estar sus mosaicos cubiertos con yeso durante más de cuatro siglos tras ser convertido en mezquita por los musulmanes, aparece también el resplandor divino sobre el pesebre, varias figuras angélicas que alaban al Niño y otro que lo anuncia a los pastores, un San José cansado tras ir a buscar a las comadronas y las figuras de la mula y el buey, mencionadas por primera vez por los Santos Padres en los siglos III y IV.

 

Fotografía de https://pasionporestambul.wordpress.com

 

Artículo relacionado en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com