CIRCUMCISIO (V)
REMBRANDT
25/12/2019
Como hemos dicho, solo el evangelio de Lucas menciona el episodio de la circuncisión de Cristo (Lc 2, 22). Esta superficial referencia a un evento tan significativo en la primera infancia de Cristo permitió a los artistas a lo largo de la historia una amplia libertad en la forma en que representaban la circuncisión. En el rito de la circuncisión el padre impone el nombre al hijo. Como la madre es madre porque lo engendra, el padre es padre porque lo llama. Si la vida como cuerpo es engendrada por la madre, la vida como persona es engendrada por la palabra que es mediadora de la realidad. Esto debía hacerlo el padre. Pero en la circuncisión de Cristo no es José quien da el nombre. Recordemos que Jesús (versión griega del hebreo Yeshúa) es el nombre revelado por el ángel durante la Anunciación antes de que fuese concebido en el seno de María (Lc 1, 31). Al ser Jesús el hijo de Dios en sentido estricto, es de Dios quien recibe su nombre. |
En la tradición pictórica holandesa también era predominante representar la circuncisión en el templo. Sin embargo, en esta bella y evocadora pintura de 1661, Rembrandt coloca la escena frente al establo, donde según la tradición del ritual, tuvo realmente que llevarse a cabo al ser el lugar del nacimiento de Cristo. El maestro, en sus últimos años de vida, nos ofreció otra innovadora composición en la que María, en lugar de José u otra figura masculina, sostiene con ternura a su hijo en su regazo mientras el sacerdote practica la ceremonia, frente a una escalera apoyada en la portada del establo, de forma similar a como acunará su cadáver unos 33 años más tarde cerca de otra escalera, la que estará apoyada contra la cruz en la que murió crucificado. De esta forma, Rembrandt sugiere el gran vínculo que hay entre la circuncisión y el derramamiento final de sangre que hace Cristo en su crucifixión. En la mitad izquierda de este lienzo pintado al óleo (56,5 x 75 cm) los espectadores se agolpan alrededor del escriba que registra el nombre del niño en un libro grande. El hecho de que un comerciante, que conocía bien el trabajo de Rembrandt y que estaba en medio de complejos arreglos financieros con el pintor, pagara una cantidad sustancial de dinero por esta obra, hoy en la National Gallery de Washington, hace prácticamente seguro que sea el mismo maestro quien la llevó a cabo. |
FUENTES Con información de Cécile Brilloit. FITZMYER, Joseph Augustine. El Evangelio según Lucas (II). Traducción y comentarios. Capítulos 1-8, 21, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1986, pp. 166 y 242-244. |
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