Mientras en la España colonial se rendía culto a Nuestra Señora de la Esperanza, el protagonista de esta festividad en los monasterios franciscanos de la Real Audiencia de Quito, dentro del Virreinato del Perú, era el Niño Jesús en su advocación de Niño de la O.

Desde el conocimiento historiográfico de la celebración de la Expectación del Parto de la Virgen María en las clausuras femeninas españolas, así como de las imágenes del Niño Jesús en los monasterios, esta advocación puede resultar sorprendente, pero si nos atenemos al contenido de las Antífonas Mayores, estas se refieren al Niño Jesús y no a la Virgen María, por lo que no debe extrañar que la imagen que presidiera esta celebración fuera la del Niño, aunque este aún no hubiera nacido.

Un ejemplo de lo anterior es el grabado de "La expectación del parto de María" (siglo XVIII), obra de la familia Klauber, en el que el Niño Jesús aparece rodeado de las distintas "oes".

A pesar de que no tenemos constancia documental acerca de la antigüedad de este culto en la Real Audiencia, la datación de ciertas obras que responden a esta iconografía y devoción sugiere que pudo existir ya en época virreinal. Una de estas imágenes es el Niño de la O (siglo XVIII) del Monasterio de Santa Clara de Quito.

Se trata de un objeto devocional, aún en uso para el canto de las Antífonas Mayores, en forma de vara o cayado realizado en plata con alma de madera, rematado en una circunferencia, también de plata, labrada con motivos decorativos vegetales, rodeada por ocho estrellas de ocho puntas, en cuyo centro se dispone una imagen de la escuela quiteña del Niño Jesús, realizada en madera tallada y policromada.

En el reverso de la pieza, la decoración floral ha perdido protagonismo en favor de una ráfaga continua que se adapta a la forma circular de este sol. La disposición actual de la ráfaga en el reverso de la imagen, hace que pensemos que la talla del Niño Jesús se ha colocado de modo inverso.

Respecto a las Antífonas Mayores, es un canto que tiene lugar en el coro alto, para lo que se tocan  las campanas, cantando seguidamente villancicos del tiempo de expectación, la Antífona del día y el Magnificat, colocando la imagen del Niño de la O en un altar alegórico.