Esta talla completa de tamaño natural (mide 160 cm de altura) es una de las más bellas imágenes marianas de Palma Burgos. El escultor malagueño la concibe de pie sobre un pedestal de nubes, vestida con el hábito carmelita y mostrando en su mano derecha el instrumento para la redención de almas.

La composición resulta majestuosa, plena de gracia y refinamiento. Muy acertadamente el autor mueve el escapulario hacia el lado izquierdo y amplía el manto en sentido contrario, lo que aporta a la figura un movimiento elegante a la vez que contenido. La apertura de la capa o manto acerca también este simulacro carmelita a los referidos a la Misericordia de María, pues bajo su protección están no solo sus fieles, sino también las religiosas y religiosos de la Orden del Carmelo. Todas las prendas han sido ricamente doradas y estofadas con adornos relacionados, en su mayoría, con la Orden, destacando el gran escudo del pecho.

El pequeño Jesús, de cabellos y ojos más claros que los de la Madre, muestra una actitud más comunicativa hacia el espectador entregando el escapulario. A diferencia también de la Señora, es imagen de vestir y suele llevar una túnica de tonos blancos con bordados en las mangas y en su parte inferior.

El tema se acerca también a la coronación de María, que luce sobre su larga cabellera oscura -derramada en grandes ondas sobre ambos lados de la capucha- una corona mural y un gran aro de doce estrellas; ambos, al igual que los pendientes, enriquecidos con esmaltes y pedrería. El Niño lleva solo la corona mural.

Frente a los rasgos duros y masculinizados que, según la teoría de Lorite Cruz, poseen muchas obras marianas de Palma Burgos -entre las que hay que incluir también sus representaciones de la Magdalena-, esta imagen madrileña del Carmen muestra una concepción más amable y dulce, propia de los clásicos del barroco andaluz. Ello tal vez sea porque no hablamos de una de las grandes mujeres del relato de la Pasión de Cristo, que según Lorite eran portadoras de un "todo" que simbolizaba a la humanidad mucho más allá de su género; si bien otras tallas letíficas de Palma, como la María Auxiliadora de Úbeda, comparten aspectos de esa estética.

La Virgen, datada en 1940, procesiona cada 16 de julio sobre vistosas andas con motivos marineros. Según la hermandad de la que es titular, apodada "Los Gitanos" por fundarse con las mismas reglas y advocaciones que su homónima de Sevilla, sustituye a una obra similar perdida en la Guerra Civil, obra de Alonso Cano.