LA VIRGEN DEL MAR DE ALMERÍA
Pese a hallarse sobrevestida por sus devotos con ricos tejidos naturales, la venerada Virgen del Mar es una talla completa de gran interés, muy esbelta, que sostiene al Niño sobre su brazo derecho y viste pesados ropajes que forman una serie de quebrados pliegues en su regazo. Su larga cabellera llega hasta la cintura y se organiza en sinuosas y afiladas guedejas.
De marcada composición unitaria y vertical, el simulacro adquiere cierto dinamismo gracias a la figura del Niño, cuyo contrapposto obedece al deseo del escultor de reflejar el amor materno hacia María, en cuyo pecho reposa su brazo derecho, mientras que la mano izquierda se encuentra en actitud de bendecir. El rostro, no obstante, se halla modelado con gran hieratismo y aplomo, más acusados en el caso de la Señora.
La escultura, labrada en madera de nogal policromada, remite a los modelos marianos vigentes a finales del siglo XV o principios del XVI, en especial la disposición de las vestiduras y el escorzo del Divino Infante, aunque el severo arcaismo de los semblantes recuerda fórmulas anteriores, alejadas aún de las notas de clasicismo y mucho más de la sonrisa eginética que empezamos a advertir en dicho periodo.
La tradición establece que la Virgen del Mar llegó a Almería en el año 1502, procedente de un naufragio, siendo trasladada al año siguiente al Convento de Santo Domingo, en cuyo altar mayor recibe fervoroso culto.
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