LA ICONOGRAFÍA DE PENTECOSTÉS (IX)

22/05/2020


 

 

La técnica de las pinturas sobre tabla con incrustaciones de concha nácar, conocidas como "enconchados", constituye una manifestación artística muy abundante y exclusiva del virreinato de Nueva España de los siglos XVII y XVIII, que responde al gusto de las élites criollas, y que se aplicaba tanto a muebles -biombos sobre todo, muy de moda en la época- como a tablas con representaciones pictóricas de temática establecida.

Los pintores de "enconchados", algunos de ellos también autores de óleos sobre lienzo o tabla, dominan la técnica consiguiendo unos resultados interesantes en las veladuras sobre el nácar de origen marino y en los rostros tratados exclusivamente con óleo.

En líneas generales la técnica consiste en la colocación sobre un soporte de madera de una capa de lienzo o bandas del mismo, aunque tenemos casos en los que la pintura va directamente sobre la tabla. Posteriormente, se realiza la base de preparado con yeso aglutinado con aguacola, capa sobre la que se ejecuta el dibujo preparatorio que servirá como guía en la colocación de las conchas y la posterior aplicación de las lacas. Una vez pegadas las conchas con cola animal, de manera que quedan incrustadas en la base de preparación sin sobresalir de la misma, se realizan los trazos de la composición en tinta china de diferentes saturaciones, dibujo que da forma a las figuras y objetos y que podemos ver con claridad a través de las lacas. El paso final es el de colorear la imagen con distintos tonos de lacas, y sobre ellas se aplica la capa de barniz, que con el tiempo ha adquirido un tono amarillento, otorgando un aspecto característico a esta clase de pintura.

Estos materiales, y la forma de aplicarlos, nos recuerdan la pintura venida de Oriente, donde a la decoración de nácar y al empleo de lacas traslúcidas se unen unos pasos de ejecución y una composición formal que podemos encontrar en tratados de pintura europeos fechados en siglos anteriores a los "enconchados". Ello en parte es debido a la presencia de artesanos y objetos llegados de China y de Japón en Nueva España.

En el Museo de América (Madrid) se encuentran ochenta y cuatro tablas "enconchadas" de diversos temas. Esta colección es uno de los máximos y mejores exponentes de la técnica de "enconchados", junto a la del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y el Museo Nacional de Historia de México, además de varias colecciones particulares en México y España.

Existen dos conjuntos de "enconchados" sobre la vida de la Virgen en el Museo de América. Uno de ellos está formado, probablemente, por El Sueño de San José, La Aparición de Cristo Resucitado a la Virgen, una escena de María acompañando a José o a Jesús ante un grupo presidido por un rey, y el Pentecostés que vamos a analizar a continuación. En todos casos las medidas son casi las mismas y oscilan entre los 98 x 66 cm.

En el Pentecostés, realizado en el periodo comprendido entre 1676 y 1725, la Virgen y los apóstoles aparecen en un interior arquitectónico formado por dos columnas en un primer plano, a partir de las cuales se generan unos muros que convergen en el centro de la composición, ocupado por María. En el centro de la parte superior vemos al Espíritu Santo, rodeado de las lenguas de fuego que darían a los apóstoles la posibilidad de hablar distintas lenguas para cumplir su misión de evangelizar.

En esta pintura el dibujo preparatorio de las arquitecturas fue realizado a modo de incisión sobre la capa de yeso inicial. El estudio de la perspectiva responde a la preocupación del artista por enmarcar correctamente la escena, lo que induce a pensar que el autor o autores que llevaron a cabo el Pentecostés tenían un profundo conocimiento de los métodos de pintura europeos y los aplicaron en la composición.

El anónimo autor, influenciado por afamados pintores coetáneos novohispanos como Cristóbal de Villalpando, se muestra preocupado por la belleza y la elegancia de las figuras, sobre todo a la hora de elegir un modelo para María, al tiempo que atiende con cuidado al tratamiento de los ropajes, descuidando sin embargo muchos detalles de la arquitectura, si es que fueron realizados por la misma mano.

 

FUENTES

RIVAS DÍAZ, Estefanía. "El empleo de la concha nácar en la pintura virreinal: estudio radiográfico de la colección de pintura "enconchada" del Museo de América de Madrid", en Espacio, tiempo y forma. Serie VII. Historia del arte, tomo 15, Madrid, UNED, 2002, pp. 148, 150, 152 y 161-162.

GARCÍA SÁIZ, María Concepción y SERRERA CONTRERAS, Juan Miguel. "Aportaciones al catálogo de enconchados", en Cuadernos de Arte Colonial, nº 6, Madrid, Museo de América, 1990, pp. 55-56 y 66.

 

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