JOSÉ PIQUER Y DUART. 150 ANIVERSARIO
SAN JERÓNIMO

29/07/2021


 

 

La escultura realista, que evolucionó a través del eclecticismo hacia un estilo romántico en los años centrales del siglo XIX, buscando la expresión, reaccionando contra el rigor clásico, y valorando a su vez los aspectos psicológicos y una mayor libertad, tiene en José Piquer uno de sus más destacados exponentes.

La concepción de esta obra, en la que San Jerónimo escucha las trompetas del Juicio Final (conocida también como San Jerónimo recostado en un peñasco, San Jerónimo aterrorizado al creer escuchar la trompeta del Juicio o San Jerónimo oyendo la trompeta del Juicio Final), nació vinculada al viaje que Piquer había hecho a París en 1840, donde entabló relación con escultores como François Rude. Allí realizó el yeso en 1842, consiguiendo un amplio reconocimiento, en especial de David D'Angers, por este grupo que enlazaba con la tradición española, incluso con algún elemento barroco, buscando una fuerza expresiva. Hubo comentarios sobre la increíble rapidez con la que Piquer modeló la obra, llegándose incluso a hablar de nueve días.

La elección fue difícil por la crudeza del tema, ya que presenta a un anciano semidesnudo que ha superado los rigores del ascetismo, por lo que el artista intentó irradiar, sobre todo, el sentimiento del alma, acompañado técnicamente por un estudio de paños. Se planteó como un juego de contrastes entre la tensión del momento que se representa frente a la tranquilidad del león.

Se caracteriza por una expresión realista del estudio del natural, que busca la mayor expresividad y viveza, a la vez que una elegancia destacada y sobria en el modelado, que significó una evolución artística en su tiempo. Su dominio técnico y su esmero llegaron en algunos casos al preciosismo, siendo también reflejo de su fuerte personalidad, caracterizada además por un don de gentes natural, una generosidad que, como algunos han señalado, llegaba "hasta el despilfarro" y un entusiasmo por la vida y por el trabajo que le llevó a esculpir quizá la obra más romántica de todas, influida por su estancia parisina.

En 1843 ya se publicaron varias referencias al yeso que Piquer había traído desde París, y en ellas se aludía a que inicialmente había desarrollado tres proyectos. Un año después, y con gran éxito, participó con el yeso en la Exposición del Liceo Artístico y Literario, apareciendo en la prensa en varias ocasiones con observaciones positivas. La propia reina Isabel II fue la que mandó su fundición en bronce, con un costo de 60.000 reales, y se concluyó el 30 de mayo de 1845, pasando al Real Museo desde la Real Biblioteca dos años después.

En 1846 el Liceo Artístico y Literario de Madrid solicitó al intendente de palacio el bronce para participar en la exposición del Liceo, muestra en la que se hizo referencia a su defectuosa fundición pero se valoró la verdad de las figuras y la propiedad de los detalles. En 1858 de nuevo fue solicitado en préstamo al Museo del Prado por parte del Ministerio de Instrucción Pública, para participar en la exposición de ese año.

El yeso de San Jerónimo oyendo la trompeta del Juicio Final, según su legado testamentario, lo donó Piquer a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) y al parecer se conservaba hace años, deteriorado, en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos (Valencia).

La amplia producción de José Piquer se ha ido valorando a lo largo de los siglos XIX y XX, siempre incluyendo este grupo escultórico como obra señera y reconociendo su importante labor como protector de las artes.

 

 

FUENTES

AZCUE BREA, Leticia. "Escultura", en El siglo XIX en el Prado (catálogo de exposición), Madrid, Museo Nacional del Prado (31 de octubre de 2007 al 20 de abril de 2008), pp. 401-402.

 

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