RODIN. OBRA SACRA (III)
LA MANO DE DIOS

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 
 
La Mano de Dios

 

Hay ocasiones en las que Rodin ignora deliberadamente su fuente literaria. Es el caso de la obra que nos ocupa, en la que el escultor modela la mano divina trayendo a la mujer, o a Eva, a la vida; ella ha nacido, no de la costilla de Adán, sino como una criatura independiente por derecho propio.

De esta pieza de madurez, modelada originalmente en arcilla por Rodin, se hicieron varias versiones en diversos materiales y con ligeras variantes. La más interesante es la que se conserva en el Musée Rodin (hacia 1896), llevada al mármol por su discípulo y colaborador Séraphin Soudbinine, escultor y ceramista ruso afincado en París. Al igual que el resto de versiones, sus dimensiones son reducidas (94 x 82,5 x 54,9 cm) y en ella las figuras de Adán y Eva se extirpan con dificultad de un trozo de barro, sujetado por una ancha mano derecha que emerge de la masa, apenas desbastada, de un bloque de mármol.

Simbólicamente, en La Mano de Dios se representa la creación divina de los primeros seres humanos, pero también es la del escultor modelando la arcilla para dar vida a personajes. Rodin dijo de ella:

 

"Todo es bello. El modelado es solo uno. Dios lo ha hecho para reflejar la luz y retener la sombra. Es la mano de Dios. Sale de la roca, del caos, de las nubes. Tiene el pulgar de un escultor. Sostiene el barro y con esto crea a Adán y a Eva".

 

Tanto el contraste entre las partes muy pulidas y el mármol bruto, como la actitud de Eva, que evoca la de la escultura del Día que ornamenta el sepulcro de la tumba de Juliano de Médici, en la basílica florentina de San Lorenzo, hacen referencia al trabajo y la ideología de Miguel Ángel Buonarroti, para quien la escultura, oculta en el bloque de mármol, tenía que ser extraída por el trabajo del escultor.

La Mano de Dios tiene su antítesis en La Mano del Diablo, en la que varios personajes sin identificar no salen, sino que parecen escapar de una mano que emerge de una masa informe, aún más tosca que la anterior. También se emparenta, debido a su título simbolista, con toda una serie de obras realizadas por Rodin durante su última etapa, como La Catedral o El Secreto.

 

 
 
La Mano de Dios. Detalle

 

Nota de La Hornacina: con información y fotografías del Musée Rodin de París.

 

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