LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO (II)
19/01/2023
Esta pintura del renacentista italiano Paolo Veronés (1528-1588) fue una de las 10 obras encargadas a mediados del siglo XVI a artistas veroneses y mantuanos por el cardenal Ercole Gonzaga para la decoración de una de las capillas laterales de la Catedral de Mantua, concretamente la dedicada a San Antón. En 1797 fue requisada por las tropas de Napoleón y enviada a Francia, donde se expuso en el Louvre de París. Luego fue trasladada en 1802 a la ciudad normanda de Caen, en cuyo Museo de Bellas Artes se conserva. La pieza, titulada Tentaciones de San Antonio, data del año 1552 y sus dimensiones son 198,2 x 149,5 cm. Originalmente pintada al óleo sobre tabla por Veronés, fue traspasada al lienzo cuando se llevó a Francia, siguiendo la costumbre estética por entonces del país. En este caso, el santo es atormentado durante su peregrinaje a través del desierto por un sátiro, que además amenaza con golpearlo con una pata de caballo. Esta figura mitológica representa en el cristianismo los vicios y los instintos más bajos del hombre. Además, San Antón es acosado por una mujer que le muestra sus pechos, pero al mismo tiempo le clava sus garras, simbolizando la naturaleza maligna del vicio. La mujer es otra encarnación diabólica, pues no solo tiene garras en las manos, sino también cuernos en la cabeza. La obra muestra claramente la relación entre Veronés y el arte emiliano de la época, representado en artistas como Parmigianino, Correggio y Giulio Romano. A ello hay que añadir que la obra estaba destinada a Mantua, una ciudad que en ese momento estaba profundamente influenciada por dicho arte. La monumentalidad de las figuras, los audaces escorzos y la sensación asfixiante revelan especialmente la influencia manierista de Giulio Romano, que además fue responsable de las obras de renovación de la Catedral de Mantua. Por otro lado, la poderosa musculatura del demonio recuerda las anatomías de Miguel Ángel y Tiziano. Por último, el uso de las diagonales era típico del arte de Parmigianino, otra referencia importante para esta pintura. Más allá de las anteriores referencias, los críticos, comenzando por Vasari, alabaron casi unánimemente el dinamismo de la composición, el cromatismo apagado y el virtuosismo de las torsiones. La luz difusa acentúa la atmósfera sobrenatural de la escena y resalta las carnes de la seductora. La vegetación que aparece al fondo impide que la mirada del espectador se distraiga y la centra en los ataques que sufre San Antón. |
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