LOS ARTISTAS VINCULADOS AL TEMPLO DEL SANTO ÁNGEL DE SEVILLA
BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO

Juan Dobado (03/02/2021)


 

 

La Inmaculada Concepción es una monumental obra pintada por el maestro de Murillo, Juan del Castillo, incluida en la última monografía del artista. La calidad de la pintura no ha pasado inadvertida a los historiadores del arte, especialmente una vez que la restauración le ha devuelto su auténtico valor. Encaja en la producción de Juan del Castillo, pintor sevillano que nace hacia 1590 y fallece en 1658. Lo cierto es que muestra algunos detalles que se relacionan con su obra, como el canon de la figura de la Virgen o los rasgos de su rostro, que coinciden con los de las pinturas del retablo mayor de Montesión, pintado en 1636, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Pero aunque vemos estas similitudes, también nos encontramos con una pintura de mayor soltura y vaporosidad, como la atmósfera de tonos rosáceos y malvas que envuelve a la Virgen. Algunos detalles de la composición nos llevan a Juan de Roelas, Antonio Mohedano o Francisco Varela, poniendo de relieve la influencia de estos maestros en la pintura sevillana del primer barroco. Lo que es indudable es que nos encontramos ante una de las representaciones concepcionistas más completas de Sevilla, ya que contiene casi todos los atributos de las letanías, unos en la parte inferior de paisaje y otros portados por los innumerables ángeles que la rodean y que portan los atributos en simpáticas actitudes, mirando al espectador o deleitándose en la contemplación de la belleza de María. Los tipos físicos recuerdan la obra de Mohedano, como algunos de sus ángeles de la Anunciación del templo homónimo sevillano. Son muchas las similitudes con otras pinturas de la Inmaculada del mismo pintor, como la de la Iglesia de la Trinidad de Carmona, o la de propiedad privada, aunque no alcanzan la maestría de la pintura del Santo Ángel. Puede tratarse de una obra de plenitud de Castillo, de hacia 1640, donde observamos algunas maneras que luego vemos en las obras del joven Bartolomé Esteban Murillo, caso de la "Virgen entregando el rosario a Santo Domingo" del Arzobispado de Sevilla. No sabemos si en la Inmaculada Concepción del Museo del Santo Ángel se intercambiaría la futura maestría del joven Murillo con la plenitud de su maestro Castillo, ya que las cabezas de algunos querubines se asemejan a los de la época de juventud de Murillo, como en la pintura de Estocolmo, en la del Museo de Cambridge o en la mencionada "Virgen del Rosario" del Palacio Arzobispal, donde no es aventurado pensar que pudiera intervenir en la obra, que tiene unas calidades mayores a las habituales de Castillo.

 

 
 

 

El Ecce Homo y la Dolorosa son obras del siglo XVII y pertenecen, según Valdivieso, al taller de Bartolomé Esteban Murillo, que trató estos temas en repetidas ocasiones. Ambos cuadros conservan los marcos originales que vemos en otras piezas del maestro. Son obras resultantes de la enorme devoción que despertaron estos modelos murillescos en la sociedad sevillana del barroco.

 

 

Sobre la hornacina del Ecce Homo de las Penas, en el sotocoro del templo del Santo Ángel, se encuentra esta pintura de San José con el Niño realizada por alguno de los discípulos de Bartolomé Esteban Murillo, concretamente Esteban Márquez según el profesor Enrique Valdivieso. Reproduce los clásicos modelos de Murillo que tanto difundieron sus discípulos en los siglos XVIII y XIX. Encontramos otras obras similares de Márquez en la Colección Frick de Nueva York o en la Diputación de Sevilla.

 

 

Proceso de intervención de la pintura Virgen con el Niño (por Julio Alcaraz)

El objeto del presente artículo sobre la intervención llevada a cabo sobre una pintura de la Virgen con el Niño (situ en el museo del Convento del Santo Ángel de Sevilla) es el de exponer los criterios y tratamientos de conservación y restauración a los que ha sido sometida por el conservador y restaurador Julio Alcaraz.

Dicha obra pictórica, realizada al óleo sobre lienzo, guarda similitud con algunas de las últimas obras salidas del taller de Bartolomé Esteban Murillo, posiblemente de Juan Simón Gutiérrez o alguno de los más cercanos al maestro. Una obra del siglo XVII.

La obra se representa con dos escenas, en primer plano, en el centro de la obra, se encuentra a la Virgen sentada sobre un trono de nubes, sostenido por ángeles, con el Niño Jesús en su regazo, apoyando su cabeza sobre el pecho de la Virgen, creando una escena tierna y amorosa de madre e hijo. Miran juntos al espectador, con expresión solemne y sutil de devoción al objeto de su mirada. Mientras, en el segundo plano, la mirada se dirige a la esquina superior derecha, donde se encuentra a Dios Padre bendiciendo.

La Virgen se presenta ataviada con vestido en tonalidades burdeos, manto azul y velo en tonalidades ocres, el paño con el que cubre al Niño es blanco. Los rostros de las imágenes principales se encuentran vivamente iluminadas ante un fondo ligeramente oscuro de estilo tenebrista. Dios Padre se presenta con túnica oscura y manto rojo, sostiene con su mano izquierda la bola del mundo y con su derecha bendice la tierna escena.

Por otro lado, el estado de conservación de la obra era muy preocupante. El soporte se encontraba en muy mal estado de conservación. El bastidor presentaba un preocupante ataque por insectos xilófagos, lo que impedía que pudiera cumplir su función correctamente. La obra había sufrido a lo largo de su historia, al menos, un cambio de bastidor, ya que, el que presentaba era de factura contemporánea, siendo sustituido, muy posiblemente, en el reentelado al que fue sometida la pintura en el pasado. Los bordes perimetrales del lienzo eran inexistentes, llegando a encontrase algunas zonas perimetrales sin sujeción al bastidor.

Los estratos pictóricos se encontraban completamente levantados, en pequeñas cazoletas, crestas y craquelados muy pronunciados, que habían comenzado a desprenderse en zonas como las carnaciones de algunos ángeles o zonas del manto de la Virgen. En zonas puntuales, como el rostro del Niño, se encontraban pequeñas pérdidas pictóricas a causa de un accidente físico por roce. En el perímetro inferior y en el derecho de la pintura se había perdido casi la totalidad de los estratos pictóricos.

La intervención sobre la pintura se ha basado en la conservación/restauración científica, teniendo muy en cuenta su funcionalidad, la cual es de culto y expositiva, por lo que debía de transmitir unos ideales y unas sensaciones que en el estado en el que se encontraba no llegaba a ser del todo posible.

El restaurador, Julio Alcaraz, ha escogido para ello los tratamientos menos dañinos para la integridad de la obra, utilizando los materiales de mayor calidad en el mercado, con las características de reversibilidad, inocuidad y estabilidad con los materiales originales de la obra.

La intervención de conservación y restauración ha ido documentándose fotográficamente antes, durante y tras la intervención realizada, para dejar constancia de su estado anterior, del proceso de intervención y de su estado final tras la misma, evitando en todo momento que se pueda incurrir en una falsificación.

Tras la documentación fotográfica, comenzaron los procesos de conservación y restauración. Se realizó un empapelado de protección y asentado de los estratos pictóricos para poder trabajar con seguridad el reverso de la obra Virgen con el Niño. El reverso se limpió de forma mecánica para la colocación de unas nuevas bandas perimetrales con las que se pudo tensar la obra pictórica de forma correcta en el nuevo bastidor, realizado a medida con dos travesaños, dándole mayor fuerza.

Una vez se llevaron a cabo los tratamientos curativos, se procedió a los tratamientos de restauración (más estéticos y visuales). Para ello se comenzó retirando el empapelado de protección que cubría la capa pictórica. Posteriormente se realizaron diferentes test de solubilidad con el fin de realizar la limpieza química y la eliminación de barnices oxidados de la forma más segura para la obra, quedando para el final el estucado de lagunas, la reintegración y la protección final de la pintura.  

 

Fotografías de Luis Romero

 

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