Distribuidos en el retablo mayor se encuentran varios angelitos de pequeño tamaño: cuatro bordean el camarín de la Virgen del Carmen de Cristóbal Ramos, son de talla y anónimos del siglo XVIII; dos en el manifestador de la mano de Rafael Barbero, bellísimos en su magnífica anatomía, y otros dos más recientes, obra de Lourdes Hernández Peña, aparecen sentados en las esquinas de las columnas más cercanas al camarín: son sedentes y portan en sus manos sendos escapularios, y fueron estrenados en la víspera de Navidad de 2011.

Los angelitos son de madera de cedro, miden unos 60 cm de altura y poseen encarnaduras al óleo y estofados en oro fino. Su ejecución se sumó a la labor de recuperación de los espacios artísticos del convento, perdidos durante la exclaustración del mismo, que viene llevándose a cabo desde hace varios años. Nuevamente hablamos de obras dadas a conocer en La Hornacina: ambos fueron presentados el 23 de noviembre de 2011, y cinco meses antes, el 8 de julio, fue publicado el boceto en barro de uno de ellos, el que tiene cabellos rubios.