TERESA DE JESÚS. LA MUJER MÍSTICA (II)
JUAN CORREA

Con información de Jesús Urrea


 

 

Esta bella alegoría de los valores intelectuales y espirituales de Santa Teresa de Jesús, pintada en la segunda mitad del siglo XVII, constituye una de las mejores pinturas de Juan Correa (Ciudad de México, 1646-1716), pintor mulato novohispano que fue uno de los artistas más famosos de su tiempo y quien pintó muchas veces a la mística abulense, receptora de un amplio culto en la Nueva España.

La composición y la rica iconografía, tal y como lo descubrió el historiador Jesús Urrea, están tomadas de un grabado de Richard Collin, titulado Sainte Thérése, Patriarche, Vierge, Docteur et Martyre, obra de mediados del siglo XVII que se conserva en el Gabinet Des Estamps de Bruselas.

Este óleo sobre lienzo (mide 210 x 170 cm), conservado en la capilla de Santa Catalina del templo conventual de Santo Tomás, en Ávila, constituye un buen ejemplo de la pintura que reproduce fielmente un modelo grabado. Lo único que eliminó Juan Correa fue el escudo de España, que en el grabado aparece al centro de la parte inferior del cuadro, y su aportación fue darle mayor "aire" e importancia al paisaje que sirve de fondo a la figura de la santa, rodeada por angelillos e inscripciones.

Del estilo de Juan de Correa la obra tiene desde luego el oficio; en este caso mejorando el desnudo de los ángeles seguramente porque la copia del modelo fue realmente fiel. El dibujo de las manos, la suavidad en las facciones de la santa y de los angelitos -de nariz siempre roma- son maneras típicas de Correa. Lo mismo debe decirse de la policromía, aunque en este caso sorprende la rubicundez de los angelillos ya que este artista prefirió pintarlos morenos, como puede verse en sus numerosas obras y hasta de "color quebrado". Tan típicos son sus angelitos de piel oscura y facciones romas, que pueden considerarse como su segunda firma.

En el rompimiento de Gloria la filacteria que acompaña al Espíritu Santo dice: Requievit Supeream Spiritus Domini ("Descansó sobre ella el Espíritu del Señor"). Del pico de la paloma salen siete palabras que nombran los siete dones del Espíritu Santo, y las cartelas contienen los siguientes textos traducidos del latín:

 

Primera cartela, en el ángulo superior izquierdo: "Al patriarcado a causa del pueblo fundado insigne por la santidad, muy difundido por el bien de la religión católica por todas las comarcas del orbe".

Segunda cartela a los pies de la santa: "Para la virginidad siempre integérrima, jamás gustada ni siquiera por el tacto de alguno de mínima reflexión".

Tercera cartela, hacia el lado derecho del lienzo: "Para el doctorado concedido en solemne rito a causa de la excelencia de esos libros editados en razón de sus méritos. Y por la nutricia Academia de los Salmantinos, con la anuencia de Urbano VIII".

Cuarta cartela, extremo derecho del lienzo: "Al martirio una vez buscado desde África, luego siempre deseado, y finalmente consumado el divino amor al tirano (con cuyo ímpetu) expiró".

 

En el fondo del paisaje se ve el Monte Carmelo (Mons Carmeli). Teresa aparece con expresión de arrobamiento, está a punto de recibir la herida del dardo del amor divino. Desde las alturas el Espíritu Santo ilumina sus escritos. Detrás de ella hay una palmera y un olivo, árboles en cuyos troncos se enredan unas filacterias que llevan inscritas estas frases: Quasi Palm Exaltat y Quasi Oliba Speciosa, palabras tomadas del Eclesiastés.

 

FUENTES: AA.VV. México en el Mundo de las Colecciones de Arte, vol. 1, Ciudad de México, 1994, p. 232.

 

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