El tema de la imposición del manto blanco y del collar a Santa Teresa de Jesús lo refiere la mística abulense en su autobiografía. La visión sucedió el 15 de agosto de 1561, día de la Asunción, durante la celebración de la misa en el convento dominico de Santo Tomás, en Ávila, estando precisamente la santa pensando en la reforma de su Orden, de ahí la popularidad del lienzo entre los carmelitas.

Repetidamente tratada por los artistas, el pintor barroco Pedro Orrente (Murcia, 1580 - Valencia, 1645) la cultivó con suma brillantez en dos ocasiones: una obra se conserva en la antigua capilla de los Escudero de la Iglesia del Carmen de Corella (Navarra, hacia 1639), y la otra en el templo valenciano de San Esteban (imagen superior, 165 x 120 cm), y se cataloga en torno a 1600 aunque algunos expertos estiman que es réplica de la anterior.

La escena en ambos casos puede dividirse en dos mitades: la inferior muestra a Santa Teresa arrodillada, con el collar recién puesto y la Virgen y San José aún colocándole el manto; en la superior vemos un rompimiento de gloria presidido por el Espíritu Santo y rodeado de una cohorte de ángeles con instrumentos musicales.

Esta visión mística de la santa vendría a convertirse en una especie de emblema del aval divino para las sucesivas fundaciones carmelitanas que comenzaron el 24 de agosto de 1562 en el Convento de San José de Ávila. En diferentes versiones compositivas el tema se difundiría por numerosos cenobios de la Orden reforma a medida que ésta fuese extendiéndose por Europa.

Para establecer una iconografía "canónica" de la santa circularon numerosos grabados y de entre ellos destaca la temprana colección publicada en 1613, en Amberes, por los prestigiosos impresores Collaert-Galle. Dada la gran importancia "legitimadora" atribuida a la escena son muy numerosas las versiones plásticas de ella guardadas en diferentes conventos e iglesias carmelitanos.

La de Orrente supone una interpretación muy personal -si es que llegó a conocerla- de la estampa de Collaert. Su patrón es algo diferente y se centra en las tres figuras principales del episodio. Plasma con suma fidelidad el episodio narrado por la santa en su Vida, con la Virgen a su derecha y San José a su izquierda envolviéndola en la capa; tomando la Virgen las manos de Teresa mientras le promete la ayuda de su Hijo en sus fundaciones y, como prenda de esa promesa, el magnífico collar de oro del que pende una cruz muy preciosa.