La obra está influida por "La visión de San Pascual Bailón" (1767-1769) pintada por Tiepolo para
el altar mayor del Real Convento de San Pascual Bailón de Aranjuez (Madrid), creado por Carlos III para los franciscanos alcantarinos, aunque actualmente está ocupado por hermanas concepcionistas franciscanas. La obra de Tiepolo fue reemplazada al poco tiempo por otra de Mengs que muestra al santo adorando al Santísimo Sacramento, y hoy se conserva con un fragmento mutilado en el Museo Nacional del Prado de Madrid.
López conoció bien el cuadro de Tiepolo, entre otras cosas porque alcanzó gran difusión al haberse pasado a la estampa. Las influencias se manifiestan sobre todo en la figura del ángel mancebo de la izquierda. El de la derecha mantiene el ideal de belleza femenino que hemos visto en las vírgenes de la Merced y la Misericordia. Como ya sabemos, una tradición sostiene que fue la cuñada del pintor quien le posó para estas figuras.
Cuentan que San Pascual Bailón fue un modesto fraile franciscano que, cuando le resultaba imposible asistir a los oficios religiosos, se arrodillaba en el lugar donde se encontraba quedando absorto en sus meditaciones, momento en el cual, milagrosamente, un ángel le ofrecía el Santo Sacramento para que pudiera adorarlo.
Es este precisamente el momento elegido por Giambattista Tiepolo y Vicente López para sus lienzos. En el caso de La adoración de la Eucaristía por San Pascual Bailón, óleo pintado por Vicente López hacia 1811, un agradable colorido, un claroscurismo propio del rococó y un delicado preciosismo en el acabado dotan a su obra de un especial encanto, como corresponde a un cuadro de devoción para un oratorio privado. Sus dimensiones son 98 x 79 cm. Hoy se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Valencia.
El santo aragonés aparece vestido con el hábito de los descalzos menores de San Francisco, arrodillado y con los brazos extendidos en un verdadero arrebato místico, con los ojos hacia lo alto, fijos en la custodia barroca de sol con la Eucaristía que le muestran ambos ángeles mancebos. En la parte inferior dos querubines le indican esta visión mientras uno de ellos se apoya en sobre un racimo de uvas que simboliza la sangre de Cristo.
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