ALONSO BERRUGUETE


 

 

Alonso Berruguete fue uno de los grandes artistas del renacimiento español y figura de primer orden dentro de la escultura hispánica de la primera mitad del siglo XVI, más preocupada por la expresividad sacra que por la armonía y belleza de sus formas. Nació en Paredes de Nava (Palencia), en torno a 1486-1490. Su padre y maestro fue el también célebre Pedro Berruguete, pintor de cámara de Felipe el Hermoso e iniciador del renacimiento pictórico español, del que su hijo Alonso aprendió la valoración de los planos en la policromía de sus obras, definidas por Pedro Luis Echevarría Goñi como una "adición de dos artes, pintura y escultura".

Alonso completó su formación en Italia, país al que marchó en 1510, aproximadamente, estableciéndose en las ciudades de Florencia y Roma. Allí estudió a Masaccio y Miguel Ángel, realizó una copia en cera del famoso Laocoonte por encargo de Bramante y fue considerado un artista excepcional. En palabras del profesor José María de Azcárate sobre la estancia italiana del artista, "en su estilo veremos fundirse las formas medievales y quattrocentistas con las tomadas de Miguel Ángel y Leonardo, principalmente".

A su vuelta a España, Berruguete es nombrado pintor y escultor de cámara de Carlos I, arquitecto director del Alcázar de Madrid y del Palacio Episcopal de Granada. Asimismo, se establece en Valladolid, donde también alcanza el título de Escribano del Crimen en la Audiencia.

Su primera gran obra conocida es el Retablo de La Mejorada, de Olmedo (1523-1526), con la que muestra su gusto por el gesto contorsionado y los volúmenes alargados. Actualmente, como muchas de las creaciones de Berruguete, se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y parece ser que en su hechura tuvo participación el artista abulense Vasco de la Zarza, pese a fallecer al año siguiente del encargo.

 

 

Poco después Alonso Berruguete contrata una de sus obras más importantes, con la que asienta su estilo de líneas oscilantes y actitudes inestables: el Retablo Mayor del Monasterio de San Benito el Real, de Valladolid, cuya ejecución duraría seis años (1526-1533) y comprendería tanto la faceta escultórica como la pintura sobre tabla, algo común en la producción retablística del artista.

Para Salamanca realiza en el año 1529 el Retablo del Colegio de los Irlandeses, del que destaca el trágico grupo de La Piedad. De nuevo en Valladolid, se hace cargo en 1537 del Retablo de la Adoración de los Reyes para la capilla funeraria de Diego de la Haya, en la Iglesia de Santiago.

En Toledo se sitúan las obras de la última etapa de Berruguete, sobresaliendo el Retablo de la Visitación del Convento de Santa Úrsula (1546) y su mejor obra, la más relevante de España dentro de su género: la parte que corresponde al lado de la epístola de la Sillería del Coro de la Catedral de Toledo (1539-1548), para la que también realiza la silla arzobispal y el gran relieve en alabastro de La Transfiguración que la corona -tema que repetiría en madera para Úbeda (1559)-. El autor de la otra parte, correspondiente al lado del evangelio, fue Felipe Bigarny, cuyo estilo pulcro y refinado contrasta con las temperamentales maneras del palentino.

En 1561 muere Berruguete, no sin antes dejar la última de sus obras maestras: el Sepulcro del Cardenal Tavera (1554), labrado en mármol de Carrara para la iglesia hospitalaria homónima de Toledo. Cuatro siglos y medio después, la expansión de su estilo en tierras castellanas, aragonesas, riojanas, vascas y andaluzas, sigue siendo decisiva para el desarrollo del estilo renacentista en nuestro país e insólita en la historia del arte español.

 

 

Fotografías: Diputación de Valladolid, Canecrabe y Mauro Urdiales Alonso

 

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