GIOVANNI BOLDINI

27/08/2019


 

 

El pintor Giovanni Boldini (Ferrara, 1842 - París, 1931) se convirtió en uno de los más importantes retratistas italianos activos durante el cambio del siglo XIX al XX. Instalado en París desde 1871, Boldini fue conocido como uno de los primeros pintores de Montmartre, aquel barrio que pronto sería espacio de encuentro de gran parte de la bohemia nacional e internacional.

Influido a su llegada a la capital francesa por la obra de Ernest Meissonier y Mariano Fortuny, a quien no llegaría a conocer personalmente debido a la prematura muerte del español, Boldini mantuvo un estilo único a lo largo de toda su vida, basado en la intuición del instante y el movimiento, reflejado con rápidas pinceladas, pero sin perder nunca de vista la figura y la expresión del retratado.

Junto a la influencia de Fortuny y las escenas de carácter dieciochesco, encontramos en la pintura de Boldini el gusto por la pintura de género con escenas amables y anecdóticas, el interés por el discurrir de la ciudad moderna, el disfrute del paisaje y sobre todo las ideas compartidas sobre la renovación del género del retrato. Son los aspectos que hacen que la pintura de unos y otros camine de la mano en este cambio de siglo.

 

"El espíritu de una época: el pasado no es un tiempo perdido, es un tiempo que puede ser recobrado a través de la literatura y el arte."

 

Así lo señala Marcel Proust en "El tiempo recobrado", último volumen de "En busca del tiempo perdido". Y así lo muestran también las pinturas de Boldini junto con las de Fortuny, Eduardo Zamacois o Raimundo de Madrazo. Todas ellas expresan un tiempo que "ya fue" pero que, sin embargo, nos resulta tremendamente familiar, quizá porque más que una "circunstancia concreta" reflejan el espíritu de toda una época.

A su llegada a París en 1871, tras haber trabajado junto a los Macchiaioli en sus primeros años florentinos, Boldini se dedica a los "cuadros a la moda", unas piezas de inspiración fortuniana que hacen las delicias de coleccionistas y marchantes. Se trata de "cuadritos" de mediano o pequeño formato, a menudo de espíritu dieciochesco, a través de los cuales Boldini narra historias sencillas y anecdóticas fácilmente comprensibles para el público, que los colecciona con profusión.

Raimundo de Madrazo recoge en París el testigo de este tipo de escenas tras la marcha de Fortuny a Roma y Boldini entra pronto en contacto con el pintor español y su círculo, como se puede apreciar en la obra "El mantón rojo", del propio Boldini, o en algunas de las escenas de calle del catalán Román Ribera, que en época reciente han sido incluso confundidas con las del pintor italiano.

 

 

Entre las décadas de 1860 y 1870, París comienza a desplazar en importancia a Roma como la capital del arte. Los pintores españoles que buscaban emular a los ya académicos llegan a la capital con la intención de entrar en la École des Beaux-Arts, con la esperanza de poder ver algún día sus obras colgadas en el Salón oficial, como las de sus maestros. Madrazo se instala en la capital francesa en 1855 y Zamacois, en 1860.

Tanto Zamacois como Fortuny, influencias de Boldini, son conocidos por sus "tableautins", pequeños cuadros preciosistas que hacen las delicias de la burguesía, y los pintores españoles tratan, en gran medida, de responder a las necesidades de este gusto burgués. La temática de estas pequeñas obras procede en buena parte de Meissonier, de quien Zamacois era discípulo, así como de la pintura holandesa y flamenca del siglo XVII.

Junto con John Singer Sargent, James Abbott McNeill Whistler y los más jóvenes Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga, Giovanni Boldini se convirtió en una de las figuras más importantes entre los denominados "retratistas mundanos". Lo que comparten todos estos artistas especializados en lo que se conoce como "retrato elegante" son las siguientes ideas en torno a la renovación del género: la necesidad de dejar atrás representaciones estereotipadas (retrato de aparato) para dar entrada a la espontaneidad, la idea de movimiento y la aproximación psicológica hacia el retratado.

Encontramos estos rasgos compartidos en retratos como "La parisiense" de Ramón Casas, "Clotilde García del Castillo" de Joaquín Sorolla y el retrato que Boldini hace al pintor James McNeill Whistler, por citar solamente algunos. Aunque, sin duda, es el retrato del pintor italiano a la bailarina Cléo de Mérode, realizado con pinceladas cada vez más libres y dinámicas, el que mejor muestra la modernización de un género que, por su propia naturaleza, estaba íntimamente ligado al pasado.

El artista ferrarés, junto con los pintores anteriormente citados, entre los que también hay que contar Rogelio de Egusquiza, Martín Rico o Francesc Masriera, erigió una galería de retratos a medio camino entre la tradición y la innovación que transmite de forma certera el espíritu de una sociedad, mundana, y de un mundo, decadente, que finalizará con la Primera Guerra Mundial.

A pesar de que gran parte de su producción artística coincide con el nacimiento del impresionismo, este movimiento no alteró la manera de pintar de Boldini. Siempre se mostró como un creador resistente que buscaba innovar desde otros puntos de vista. 

Con motivo del comienzo de la Primera Guerra Mundial, en 1914 Giovanni Boldini se traslada a la ciudad francesa de Niza en compañía de su nueva modelo, Lina, hasta el año 1918. Ya enfermo, con la vista débil para pintar, en 1926 conoce a la joven periodista italiana Emilia Cardona, con quien se casa el 29 de octubre de 1929 a los 87 años de edad. Murió en París, dos años más tarde, el 11 de enero de 1931.

 

 

A medio camino entre la tradición y la innovación, las 124 obras seleccionadas para Boldini y la pintura española a finales del siglo XIX. El espíritu de una época, transmitirán, de forma certera, todo el espíritu de una época. La muestra que la Fundación Mapfre presenta en su Sala Recoletos (Paseo de Recoletos 23, Madrid) del 19 de septiembre de 2019 al 12 de enero de 2020, exhibirá por primera vez en España la obra de Giovanni Boldini, el más importante y prolífico de los artistas italianos que vivieron en París durante la segunda mitad del siglo XIX. En ella se han querido reunir piezas de algunos de los pintores españoles que se encontraban en la capital francesa durante el mismo período, y que mantienen a través de su obra, un diálogo con la pintura del artista ferrarés. Horarios: todos los días, de 10:00 a 20:00 horas.

 

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