PEDRO HURTADO
Con información de Pedro Núñez Sánchez y Jesús Abades (16/06/2024)
![]() |
Foto: Utrera al Día |
Formado junto a creadores andaluces de prestigio como el escultor e imaginero granadino Rafael Barbero Medina, el polifacético artista Pedro Hurtado González (Utrera, Sevilla, 1932-2024) fue a su vez instructor de numerosos escultores y pintores. Hace ocho años, cuarenta y dos de ellos le rindieron tributo en una emotiva exposición-homenaje celebrada en la Casa de la Cultura de Utrera (Sevilla), su localidad natal. Artista inquieto y de gran sensibilidad, Pedro Hurtado fue también experto en las antigüedades, la numismática -su colección monetaria es una de las más importantes de Andalucía- y en el coleccionismo de obras de arte; muchas de ellas recreadas posteriormente por sus manos, o tomando como referencia su estilo para crear piezas personales que sobresalen por el esmero en su ejecución y la delicadeza de sus formas. Nació en la misma ciudad que Francisco Antonio Gijón, en el seno de una modesta familia formada por Encarnación González y Antonio Hurtado. Pedro estudió lo esencial para tener acceso a la cultura y a ratos se entretenía en un tejar de su pueblo donde aprendía a manejar el barro y donde ya apuntaba su inclinación haciendo figuritas como un juego. Pronto entró a trabajar en el taller trianero de Pedro Navia, donde tuvo como compañero a Francisco Buiza. De la cerámica pasó a la escultura en el estudio del citado Rafael Barbero, hermano y tío de escultores, que tras un tiempo como maestro de taller en la Escuela Salesiana de Artes y Oficios y en el taller de Antonio Castillo Lastrucci, había montado taller propio en Sevilla en 1943. Tras unos años con Barbero, y después de un corto periodo en Madrid, entró a trabajar con el escultor y académico Antonio Illanes, que en la calle Susillo tenía su taller y su tertulia literaria. Con ese bagaje y su arte innato, se instaló Pedro en Utrera, donde se casó con Encarnación Molina Gómez, de cuyo matrimonio nacieron sus hijos Pedro, Encarnación, Antonio, Beatriz y Francisco, creando una saga de magníficos escultores, al igual que antes había ocurrido con su paisano Ruíz Gijón, que tuvo a su lado en su taller a sus hermanos Juan Carlos, Miguel y Pedro Tomás. Según Pedro Sánchez Núñez -cronista oficial de Dos Hermanas, escultor y académico-, Pedro Hurtado era conocido por su proverbial humildad franciscana -de ahí que no recibiera las distinciones oficiales que su arte merece-, su entrega a su familia y sus amigos, su poco interés en recibir premios y homenajes, su voluntario retiro creador en su mundo utrerano y su desprecio de la vida bohemia y frívola que algunos le suponen a todo artista por el hecho de serlo. Su producción es extensa en calidad y cantidad, abarcando con maestría y solvencia extraordinaria todos los estilos de la estatuaria: metal, piedra, madera... Su obra está ampliamente difundida a lo largo y ancho de España y de otros países, en colecciones privadas y galerías de arte. Pedro Hurtado fue también un investigador sabio, curioso e incansable que recorrió muchos kilómetros al rescate de piezas arqueológicas tan frecuentes en los campos andaluces, indemnizando a quienes las encontraron fortuitamente en las labores agrícolas. Así formó una colección de obras de todas las épocas, muchas de ellas únicas y de extraordinaria calidad, que gracias a su empeño se salvaron y finalmente terminaron en museos de Sevilla y Utrera. Respecto a su labor formativa, en su antiguo taller de la calle Nueva, en su molino de la calle Molares o en su propia casa, pasaron artistas como Augusto Morillas, Sebastián Martínez Zayas, Salvador García Rodríguez, Manolo Sousa, Pablo Aparicio, Manolo García, Julio Blanco, Manolo Fernández, Rafael Rodríguez, Paco Reina, Jesús Cabrera, Juan Manuel Calle, José Molina, José Bohórquez o Juan Molina. Sin contar con los tres de sus cinco hijos que se han dedicado al mundo del arte: Encarnación, Pedro y Beatriz Hurtado. De hecho su hija Encarna, reconocida escultora, siempre ha afirmado que su aprendizaje artístico tuvo lugar de la mano de su padre y no de las facultades de bellas artes. Fue Pedro quien le enseñó toda la esencia de un arte notablemente influido por el maestro, la cual ella ha ido desarrollando con su propia experiencia y, sobre todo, con el trabajo constante. |
www.lahornacina.com