RON MUECK
Ana Pérez
En el año 1997, la Royal Academy de Londres expuso, por primera vez, una obra del australiano Ron Mueck. La obra era Dead Dad (papá muerto), un cuerpo desnudo e inerte que esculpió mientras se producía la muerte de su propio padre. Sin formación artística, los conocimientos técnicos de este escultor, nacido en el año 1958, se forjaron junto a Jim Henson, el creador de Los Teleñecos y Barrio Sésamo. Y es que hasta que comenzó a esculpir, su currículo estaba repleto de trabajos en efectos especiales para el cine, como la creación del mundo fantástico de la famosa película Dentro del Laberinto (1986), protagonizada por David Bowie.
Sin embargo, las esculturas que ha producido desde 1997 tienen poco de fantasía. Tanto es así que su obra ha sido etiquetada de hiperrealista. Pelo en el pecho, en los brazos, en los genitales, venas que se intuyen bajo una piel translúcida con los pliegues y las arrugas oportunas, músculos flácidos, etcétera.
El trabajo de Ron Mueck comienza con dibujos en papel. La idea se traslada después a un programa informático que los convierte en figuras en tres dimensiones. Más tarde, crea una serie de maquetas a modo de bocetos, en cera moldeable y yeso, arcilla y resina. Por último, comienza a trabajar en la escultura final: alambre y yeso dan forma a la estructura, que cubre con una capa de silicona y polirresina. Todo esto, en el caso de las figuras más grandes, se hace en módulos, para poder transportarlas. El toque último, el que imprime textura humana a sus obras, es la capa de fibra de vidrio que las recubre completamente. Después, ayudado por sus auxiliares, incorpora lunares, pelo, puntos negros... Esos pequeños signos que les aportan humanidad.
Según el propio Mueck, "a pesar de lo minucioso del aspecto externo, lo que yo quiero captar en realidad es la vida interior". Porque, sin duda, al margen de la impresionante técnica del artista, lo más llamativo es la expresión inquietante que tienen muchas de sus esculturas, a las que solo les falta respirar. A continuación, ofrecemos un breve repaso de algunas de las creaciones más famosas a nivel internacional de Ron Mueck.
Mother and Child
Representa el primer momento en que una madre contempla a su hijo. El bebé conserva aún el cordón umbilical, y su cara refleja todavía el gesto de dolor que supone nacer. La madre le mira con un gesto de incredulidad. Nada de madres amorosas ni bebés rollizos. La hiperrealidad de Ron Mueck en esta obra del año 2001, pone frente a nosotros la sordidez de un acto tan mitificado como el nacimiento de un ser humano.
Wildman
Un gigante barbudo de tres metros de alto, completamente desnudo, sentado en una postura forzada sobre un taburete y con una mirada entre la locura y el espanto. Mueck le dedicó todo el año 2005. Detalles finales como el pelo están construidos a base de fibras. En este caso, en la obra final se han incluido también algunas cicatrices en la cara, que le confieren un aspecto aún más inquietante.
Mask II (F1)
Una gigantesca cabeza decapitada, con los ojos entornados y la boca entreabierta, con hilillo de baba y todo. Un autorretrato del artista en el que se representa a sí mismo como un ser indefenso.
Pareja
Un tema universal que Mueck aborda con dos figuras recostadas, un hombre y una mujer de 65 cm de largo, que están pensadas para ser observadas con una perspectiva a vista de pájaro. Nada de calidez y abrazo amoroso. Sus miradas, a pesar de estar en la misma cama, parecen situar a cada uno en un mundo diferente.
Boy (F2)
Vulnerable, asustado, con la mirada perdida entre el miedo y la locura. Esta escultura de 2001 causó sensación cuando fue presentada en la Biennale de Venecia de ese mismo año. Representa a un niño, o preadolescente, de cinco metros de altura, en cuclillas y con los brazos cubriendo parte de su rostro. La envergadura de esta escultura hizo que tuviera que ser desmontada para su traslado a Italia desde el taller londinense de Mueck.
Angel (F3)
Cuando fue presentada en la National Gallery londinense, Mueck aseguró a The Guardian, el famoso rotativo británico, que "estar junto a Dios no es demasiado compatible con la diversión". Y es que esta escultura representa a uno de estos seres sentados en una silla, con sus peludas piernas colgando y la cara descansando sobre las manos. Ambos claros gestos de aburrimiento. También es curioso que sus alas, en teoría ligeras, parecen pesarle.
A Girl
Este bebé aún no tiene nombre, y todavía hay restos de sangre y líquido amniótico en su piel. Sorprende el cordón umbilical, que parece recién cortado, y sus músculos conservan la posición que adoptó al abandonar el vientre materno. Esta obra de Ron Mueck mide cuatro metros y medio de largo.