JÁCOME VACCARO

Francisco Javier González García


 

 

El escultor de procedencia italiana Jácome Vaccaro es uno de aquellos excelentes imagineros que se trasladaron desde la península Itálica hasta la Ibérica llamados por los negocios de ultramar, asentándose como el resto de artistas genoveses y napolitanos en la provincia de Cádiz, cuyo puerto era el más importante en cuanto al comercio desde 1720 cuando se traslada desde Sevilla la Casa de Contratación y con ella todo el monopolio del comercio de Indias. Sobre su biografía se conocen pocos datos de la misma, nace en el año 1735 teniendo lugar su óbito en 1801 por causa de una epidemia de peste negra, falleciendo por tanto a la edad de sesenta y nueve años, de los cuales la mayor parte transcurrieron en nuestro país dada la juventud con la que pisó el mismo.

Su formación artística es actualmente una incógnita, no obstante se articulan varias posibilidades: en la primera de ellas, aunque no tiene una confirmación definitiva, se piensa que pudo ser descendiente directo de la familia de los escultores genoveses Lorenzo y Domenico Antonio Vaccaro, destacados artistas de la segunda mitad del siglo XVII en Italia que influirían en su vocación y aprendizaje; por el contrario otros investigadores apuntan una posibilidad que, dada la parquedad de datos que tenemos sobre nuestro hombre debemos tener en cuenta, la de una posible formación jerezana vinculada a la actividad de la familia, también italiana, de los Cresci donde destacaron algunos artistas que trabajaron en la imaginería de retablos. Sí se sabe que el gran Jácome Vaccaro, a su llegada a los doce años de edad a la cosmopolita Cádiz del XVIII, se integra rápidamente en el ambiente artístico que se respiraba en la urbe, hasta el punto de relacionarse con algunos de los más destacados maestros que por entonces se afincaban en Cádiz, entre ellos el prestigioso retablista portugués Cayetano de Acosta y el más desconocido Gonzalo Pomar con los que llegaría a trabajar. Sin embargo la actividad artística de Vaccaro se relaciona más con la cercana Jerez de la Frontera que con la propia Tacita de Plata, su llegada a la ciudad del vino es una incógnita, su cercanía y los trabajos que en ella se demandaban eran suficiente reclamo como para trasladarse. En Jerez conocemos diversas intervenciones en la antigua Colegial del Salvador, actualmente Catedral de la diócesis de Jerez-Asidonia, tras ser contratado por sus capitulares en cuya collación se asentaba mayoritariamente toda la colonia genovesa.

Prácticamente trabajó para estas dos ciudades, en Cádiz queda señalada su actuación en el grupo magistral de Marías del fabuloso Calvario de las Siete Palabras de la Santa Cueva Baja, apuntándose asimismo su intervención en la testa del Señor Yacente de la cofradía del Santo Entierro. Su producción jerezana es más extensa, entre las obras que antes señalábamos para el Salvador se documentan la grandiosa portada de la sacristía, una hechura de Inmaculada, una imagen de San Juan Evangelista, el impactante pabellón que cobija al Santísimo Cristo de la Viga al que interviene en el perizoma. Sin embargo su mejor obra y una de las más interesantes del elenco de artistas que conforman la nómina de la estatuaria de la desconocida, pero interesante, escuela gaditano-genovesa es la hechura del Cristo de la Flagelación titular de la Hermandad de la Amargura de Jerez, labrado originalmente para presidir un retablo salido de su propia gubia para la Colegial del Salvador aunque en la actualidad lo encontramos en la parroquia de San Juan Bautista, vulgo de los Descalzos, hallándose su firma en la inscripción que aparece en el pedestal de la columna a la que se halla atado, “Este Señor de la Columna lo hizo Don Jacome Vaccaro, año de 1759, y lo costeo Don Francisco Gutiérrez de la Vega, canónigo de esta Colegial de Jerez”, a tenor de la fecha tuvo que ser uno de sus primeros trabajos como escultor independizado de algún taller.

Tras una vida intensa en nuestro país, no sabríamos sí catalogarlo como artista autóctono o italiano debido a la prontitud de su llegada, a pesar de esto es palpable que su aprendizaje estuvo influido por los postulados italianizantes algo que se desprende en su particular estilo da tallar la madera alejándose del tardío barroquismo que mostraron autores que trabajaron e incluso se asentaban en la propia ciudad de Jerez de la Frontera y todo el entorno de la bahía gaditana. Según modernas investigaciones de enorme fiabilidad, la terrible epidemia de peste negra que azotó en el año 1801 las tierras de la Baja Andalucía fue el detonante de su muerte que debió ocurrir en Jerez de la Frontera, ciudad en la que vivió prácticamente toda su vida.

 

Fotografía de José A. Álvarez Barea para www.semanasantadejerez.com

 

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