EL PATRIMONIO ARTÍSTICO DE LA EXTINGUIDA
COFRADÍA DEL DESPEDIMIENTO (SEVILLA)
Jesús López Alfonso
Introducción
Las hermandades extinguidas son una constante fuente de atractivos para el sevillano, en general, y el cofrade en particular. Su historia, su patrimonio y, sobre todo, su decadencia y causa de su desaparición, hacen que ejerzan sobre nosotros una romántica fascinación que ha hecho que se trate este tema en repetidas ocasiones.
El ejemplo que traemos hoy es el de la Hermandad del Despedimiento de Nuestro Señor Jesucristo de su Madre, antes de ir a padecer, Santo Cristo de las Virtudes y Nuestra Señora del Dulce Nombre, la cual radicaba en la parroquia hispalense de San Isidoro.
El objeto del presente artículo, no es tratar sobre su historia, trabajo ya hecho ampliamente por varios autores (Bermejo, García de la Concha, Carrero) y publicaciones, sino mostrar un aspecto desconocido para el gran público: el análisis del patrimonio artístico que aún hoy persiste de esta desaparecida hermandad; no obstante, resulta obligatorio dar una breves notas sobre su acontecer y desaparición.
Aproximación Histórica a la Hermandad del Despedimiento
Esta hermandad fue el fruto de la fusión de otras tres:
Hermandad del Santo Crucifijo y Nuestra Señora de las Virtudes: Se funda en el Convento Casa Grande de San Agustín, hacia el año 1565, y estaba formada por plateros, lenceros, juboneros y espaderos. Hacia el primer tercio del siglo XVII observamos un cambio en las advocaciones de las imágenes, pasando el Santo Crucifijo a llamarse de las Virtudes y la Virgen tomar la advocación de la Asunción. Tenía capilla propia en el citado convento, pero fue obligada a abandonarla por mandato judicial y residir en el Convento de la Piedad. Esta circunstancia, unida a la lejanía del domicilio de sus hermanos que vivían cerca de la Catedral, hizo que se trasladase a la Parroquia de San Isidoro, en fecha aún indeterminada, pero que debió ocurrir a fines del siglo XVII (1).
Hermandad de la Despedida que hizo Nuestro Señor Jesucristo de su Madre antes de ir a padecer: Ya se encontraba en la Parroquia de San Isidoro al legar la Hermandad de la Virtudes, con la que se uniría recién llegada al templo. No se sabe con exactitud la fecha de su fundación, pero podríamos fijarla a mediados del siglo XVII, ya que en la reducción de hermandades de 1623 no consta su existencia; sin embargo, tenemos testimonio de ella ya unida a la Cofradía de las Virtudes en 1675, cuando se le da un lugar preferente en la procesión del Corpus Christi, ante la Cofradía de la Expiración del Convento de la Merced. Pertenecían a ella los vendedores de pescado (2).
Hermandad del Dulce Nombre de María y San Miguel Arcángel: En el año 1815 se une a la fusión de las dos hermandades anteriores, ante la decadencia que había vivido a lo largo del siglo XVIII. Se fundó en la Parroquia de San Isidoro, en el año 1630, y a ella pertenecían los expendedores de carne de vacuno.
La última estación de penitencia que realiza la Hermandad del Despedimiento, una vez realizadas todas las fusiones comentadas, fue en el año 1818, y se tiene constancia de una languideciente vida e intentos de reorganización hasta 1851. A partir de esta fecha, ya no hay más testimonios de la existencia de la misma, permaneciendo en el más triste de los abandonos.
La causa principal de la ruina de esta hermandad fue el litigio que mantuvo con los vendedores de pescado, que dejan de pagar un impuesto a la hermandad. Los gastos que ocasionó este contencioso, que termina perdiendo la cofradía, hace que tuviese que vender gran parte de su patrimonio (3). Ello, sin lugar a dudas es la causa directa de la dispersión y desaparición de su patrimonio, del cual nos han llegado algunas reliquias.
Capilla del Cristo de las Virtudes
En 1683, la Hermandad del Despedimiento compra a la Parroquia de San Isidoro una capilla que se sitúa a los pies de la nave derecha (4). Allí, en un retablo, se veneró hasta mediados del siglo XIX el Cristo de las Virtudes.
Actualmente, esta capilla está presidida por el lienzo de las Ánimas Benditas. Del retablo del Despedimiento sólo nos ha llegado la predela. Ésta posee adornos a base de magníficas rocallas y ramos de flores, observándose en el centro un medallón en el que figura la escena que representaba la hermandad, la cual se desarrolla en el jardín de la casa de la Virgen, centro de toda la composición. María aparece girada hacia la derecha y abrazando a su Hijo. A la derecha de este primer grupo, y en segundo plano, está otro formado por San Juan, Santa María Magdalena y Santa María Salomé. Las actitudes de los personajes expresan un mundo de sentimientos de tristeza por la partida de Jesús hacia su trágico destino, así como intimidad y recogimiento. María Magdalena seca sus lágrimas con un pañuelo, mientras que María Salomé pone su brazo sobre el hombro de aquella para darle consuelo. San Juan Evangelista se halla cabizbajo, recogiéndose el mantolín con la mano derecha y extendiendo la izquierda.
Ante la actitud llorosa del grupo de los santos, llama la atención la serenidad que muestran Jesús y la Virgen María, asumiendo el deber de la Redención del Mundo Cristiano y, sobre todo, mostrando las dos naturalezas de Cristo: la Divina, en la que acepta de manera voluntaria el sacrificio de su Pasión, y la humana, mostrando algo tan personal como el amor a su Madre. El rojo es el color que domina el primer plano (mantolín de Cristo, túnica de la Virgen y ya en segundo plano mantolín de San Juan), simbolizando el martirio de Jesús. Podríamos fechar esta obra en el último tercio del XVIII, atendiendo a las características que presenta.
Manos
El grupo escultórico que daba nombre a la Hermandad del Despedimiento lo formaban ocho imágenes: Cristo junto a su Madre; los apóstoles San Pedro, San Juan Evangelista y Santiago Apóstol formando una fila, y, frente a ellos, las Tres Marías en actitud de despedirse del Maestro (5). A finales del siglo XIX ya no quedaba nada de todo ello, habiendo llegado a la actualidad sólamente dos elementos.
Uno de ellos es una mano derecha, semicerrada, de buena factura. Por la posición de la misma, nos da la sensación que fuese la mano del propio Cristo, la cual estaría en actitud de sostener la de su Madre.
La otra mano que se conserva es de otra figura. Parece también de un varón y, a diferencia de la anterior, posee una factura poco cuidada, con dedos desproporcionados, sobre todo el pulgar. Pudo pertenecer a cualquiera de los santos masculinos que formaban parte del misterio.
Cristo de las Virtudes
Se trata de una imagen de Cristo Crucificado muerto en el madero, realizada en papelón, de aspecto tosco pero muy devoto. Llama la atención la escasa anatomía de su cuerpo, que queda reducida a los músculos pectorales y a las líneas del abdomen, todo ello simplemente insinuado. Los brazos siguen este mismo esquema, habiendo desaparecido en las piernas las líneas que marcan la musculatura. Las manos aparecen semicerradas, y se aprecia una exagerada laxitud del cuerpo muerto pendiente de la cruz. La cabeza reposa sobre el lado derecho, y el sudario, corto, está realizado en telas encoladas.
La imagen siempre contó con la devoción del barrio sevillano de la Alfalfa, que aún a finales del siglo XIX le celebraba un quinario en el mes de septiembre (6).
En 1974, no sabemos por qué razones, pasó a la Parroquia de San Gonzalo, privando así a la talla de su histórico sitio y del fervor de sus devotos. Allí sufre las consecuencias de incendio que se produce en el año 1977, quedando muy afectada la encarnadura y permaneciendo en un estado lamentable. Años más tarde, en 2001, es trasladada a la Parroquia del Buen Pastor y San Juan de la Cruz, del barrio de Palmete, la cual preside en la actualidad, ocupando el sitio que merece tan centenaria e histórica imagen.
Se conserva el INRI de la cruz del Cristo de las Virtudes, realizado en plata, con forma de s acostada y adornado en su contorno con hojas de acanto, lo que hace que el borde tenga una forma dentada. Las letras están decoradas en su centro con rosas. Alrededor del mismo hay una inscripción que lo fecha y que dice así “Igsidro Rmres de Arellano iso a su costa estos tres engastes i dio al S. de las Virtudes. Año de 1749”.
De tiempos de la Hermandad del Despedimiento, se guarda también un casquete o cantonera del madero del Crucificado, igualmente cincelado en plata, son motivos de rosas y hojas de acanto. Pertenece al mismo juego de preseas que el mencionado INRI.
Capilla de la Virgen del Dulce Nombre
Es la que actualmente ocupa la Virgen de la Salud, Patrona de la feligresía hispalense de San Isidoro. Se trata de una capilla con planta cuadrada, cubierta con cúpula sobre trompas, con una magnífica decoración de estilo mudéjar a base de estrellas.
Se renovó en 1813 (7), y allí se colocó un retablo neoclásico con un cuerpo y ático, en el que primero estuvo la Virgen del Dulce Nombre, y posteriormente la imagen de San Miguel Arcángel. Posteriormente, se agrandó el camarín (8) y se veneraron en él al Cristo de las Virtudes, la imagen de San Juan y la Virgen, componiendo un Calvario.
En época del Cardenal Segura, el Párroco Don Luis Cortés (9) modifica el retablo y la decoración de la capilla, desalojando del mismo el Calvario para poner en su lugar una Virgen de la Medalla Milagrosa, y decorando el recinto con tonos celestes y adornos a base se estrellas.
A los lados se disponían dos cuadros: uno representa la Anunciación y otro la Visitación, de factura más bien discreta, su forma reproduce el arco ojival de las paredes de la capilla de la que colgaban. Tras la última restauración de la Parroquia de San Isidoro, ambos cuadros se colocaron en las paredes de la Iglesia: la Visitación encima de la capilla bautismal, y enfrente la Anunciación, encima del Crucificado del Perdón. Estas pinturas pudieran fecharse también a principios del XIX, coincidiendo con la renovación de la capilla.
Virgen del Dulce Nombre
Esta bellísima Dolorosa fue labrada por Juan de Astorga Cubero en el año 1818. En 1942, pasa a ser la titular mariana de la Hermandad de los Estudiantes. Al haber sido ampliamente estudiada por otros historiadores, no vamos a entrar en su descripción ni historia.
Dos Posibles Piezas de la Hermandad del Despedimiento
Recientemente, el profesor José Roda Peña ha atribuido unos ángeles que se encuentran en el altar del Señor de las Tres Caídas, en la Parroquia de San Isidoro, al escultor e imaginero utrerano Francisco Antonio Ruiz Gijón. Se cree que pudieran formar parte del paso de esta imagen cristífera, que realiza el citado artista y que es totalmente destruido por las tropas francesas a principios del siglo XIX.
Desde estas líneas apunto otra posibilidad: ¿Podrían pertenecer los citados ángeles al paso del misterio del Despedimiento, ya que éste fue realizado por Francisco Antonio Ruiz Gijón en el año 1688? (10)
BIBLIOGRAFÍA
(1) BERMEJO y CARBALLO, José. Glorias Religiosas de Sevilla, Sevilla, 1994, p. 110.
(2) Ibidem.
(3) Ibidem. P. 112.
(4) CUÉLLAR CONTRERAS, Francisco de Paula. “Un testimonio de la Cofradía del Despedimiento y Virtudes en el siglo XVII. Venta de la Capilla de la misma en la I.P. de San Isidoro año de 1683”, en Boletín de las Cofradías de Sevilla, diciembre del año 1977, pp. 15-17.
(5) GONZÁLEZ de LEÓN, Félix. Historia Crítica y descriptiva de las Cofradías de Penitencia Sangre y Luz fundadas en la ciudad de Sevilla, Sevilla, 1852, p. 44.
(6) BERMEJO y CARBALLO, José. Glorias Religiosas de Sevilla, op. cit. P. 112. . Bermejo escribe la primera edición de esta obra en el año 1882. Llama pues la atención que, treinta años después del último intento de reorganizar esta hermandad, aún existan cultos a la Sagrada imagen.
(7) Ibidem. P. 113.
(8) Ibidem.
(9) Información aportada por Don Manuel Vargas de la Cruz.
(10) GARCÍA DE LA CONCHA DELGADO, Federico. “Cofradías sevillanas extinguidas”, en Semana Santa en Sevilla, tomo II, Sevilla, 1982, p. 30.
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