Ayer martes 18 de octubre, siguiendo con el ciclo de actividades culturales en la exposición Lazos de Sangre, organizada por la popular archicofradía murciana de la Sangre (Los Coloraos), se presentó como pieza invitada para este mes de Octubre una talla de la Virgen del Rosario, obra del año 1955 labrada por el escultor murciano Juan González Moreno, de colección particular y nunca antes expuesta.

La presentación de la obra fue llevada a cabo por Dª Ana Sierra, licenciada en Bellas artes por la facultad de San Carlos de Valencia en la especialidad de Conservación y Restauración de Obras de Arte. De hecho, ella ha sido la responsable de la restauración de la pieza invitada.

Sierra explicó al público asistente las distintas técnicas empleadas para reintegrar las carencias que presentaba la escultura, para asentar la policromía en distintas zonas donde corría peligro de desprendimiento, y para ensamblar y cerrar algunas grietas que habían surgido con el transcurrir del tiempo.

La obra carece de firma. Fue un encargo del abuelo de la actual propietaria a González Moreno. La advocación elegida fue simplemente por el hecho de que la esposa del escultor se llamaba Rosario.

Se trata de una talla de magnifica ejecución, como es habitual en el autor. Su rostro tiene gran parecido con los de otras obras de González Moreno: las santas mujeres del paso procesional "Hijas de Jerusalén" -obra de 1956, propiedad precisamente de la Archicofradía de la Sangre- y la Virgen de la Soledad de los Pobres que forma parte de la Cofradía Marraja de Cartagena (1959).

La Virgen del Rosario, de elegantes pliegues, recuerda a las vírgenes góticas del siglo XV. La mano que se aprecia es larga y con los dedos muy finos, a estilo del mejor arte gótico. Mira al espectador serena, con una mirada fija que trasmite paz, mientras recoge su manto con la mano derecha.

El Niño desnudo, de medio cuerpo, se encuentra sujeto con la mano izquierda, oculta por los ropajes, y arropado por el manto de María, jugando con un rosario, careciendo de cualquier comunicación con su Madre; la cual se encuentra descalza, dejando ver al espectador los pies.

La obra, policromada y estofada al gusto del maestro de Aljucer (Murcia), tiene la estofa de pan de oro en zig zag, y el revés del manto en pequeños círculos; motivos que tantas veces usaría para decorar sus obras.