LA VIRGEN DEL ROSARIO DE LA IGLESIA DE SANTA CATALINA (SEVILLA)

Jesús López Alfonso (12/12/2006)


 

 

La imagen se viene atribuyendo al problemático Bernardo Gijón (finales del siglo XVII), del que se dice hizo también la Divina Pastora de Santa Marina, otra de las grandes tallas gloriosas de Sevilla. Hoy se cree que este autor no es otro que Francisco Antonio Gijón, usando el nombre de su hija para despistar a sus muchos acreedores.

Fue concebida en origen como una talla de bulto redondo con ropajes esculpidos y policromados en la propia madera, pero con la moda de las vestiduras postizas a lo largo del XVIII acabó siendo desmochada para presentarla con ricas prendas de tela. Se sabe que, al menos, en el año 1789 ya estaba sobrevestida, puesto que de ese modo nos la muestra el Libro de Reglas de su cofradía.

De la talla original, aparte de su rostro, el Niño y las manos, sólo nos han llegado los pliegues de la base de la túnica y sus pies. El estofado que presenta en la actualidad lo realizó el restaurador e imaginero David Romero Alonso (actual integrante de DAROAL) al ser restaurada la Señora en los Talleres Isbilia.

A los pies de la imagen siempre van dos figurillas que corresponden a San Bernardo de Claraval (que se distinguió por su carácter mariano) y San Juan Nepomuceno, Patrón de los Confesores, ya que fue martirizado por no revelar un secreto de confesión de Juana de Baviera, esposa del emperador alemán Wenceslao VI. Estas imágenes han sido recientemente restauradas por José Pulgar y parecen haber sido realizadas en la segunda mitad del XVII.

También Pulgar ha intervenido la peana de nubes sobre la que se asienta la imagen, un ejemplar del siglo XVIII en la que los querubines emergen entre rocallas y nubes doradas.

Cuenta una piadosa leyenda que la imagen sostenía el Niño en su brazo izquierdo. Un día, un monaguillo fue a cambiar una lámpara de aceite que ardía continuamente delante de la talla. Al llegar a la capilla oyó una voz que decía "llama al clero parroquial y di que he dicho que esta parte del techo amenaza ruina". El acólito, asustado, contestó "Señora, no me creerán ni aunque así se lo diga", a lo que la Virgen contestó "Di que me hallarán con el Niño cambiado de brazo". Cuando los sacerdotes llegaron vieron al Niño cambiado de brazo, examinaron el techo y vieron que el aviso de la Señora era cierto. Desde entonces, la Virgen lleva al Niño en esta posición, en recuerdo de aquel prodigio, ya que la Patrona de la Collación de Santa Catalina quiso de ese modo salvar a sus hijos.

 

Fotografía de Iván García de Queirós

 

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