Texto de José Miguel Sánchez Peña

 

Para comenzar debo expresar mi agradecimiento a Sergio Cabaco y a Jesús Abades, responsables del Portal La Hornacina, al encomendarme en esta VI Edición del Premio de Imaginería, mi opinión sobre la Imagen que considero más destacada de las seleccionadas con este fin.

Es una elección bastante difícil y compleja, al haber un buen número de obras muy relevantes y de alto nivel de diversos estilos y técnicas, todas ellas muy respetables, algo que indudablemente enriquece mucho el panorama. Todo ello pone en evidencia el interés que ha despertado nuevamente la Imaginería Polícroma, tratándose si cabe de un nuevo renacimiento.

En primer lugar me decanto por reseñar el grupo escultórico del Cristo del Amor entre los dos Ladrones, tallas realizadas por el escultor José Antonio Hernández Navarro para la Archicofradía murciana de la Preciosísima Sangre, de la Iglesia del Carmen. No cabe duda de la dificultad que entraña en la Imaginería modelar un desnudo crucificado y en este caso por partida triple, resuelto el conjunto con hábil maestría.

 

 

El artista crea un conjunto original y novedoso, sin dependencias formales o estilísticas de otros modelos homónimos conocidos. Me gustaría destacar los estudios de los desnudos, con anatomías realistas sin rebuscamientos o lo que es lo mismo, sin copiar modelos estereotipados.

El rostro del Crucificado, de gran belleza, dulzura y serenidad, y sobre todo el cuerpo y el sudario, evoca, como es fácilmente comprensible, obras salzillescas. Las anatomías hacen alarde de gran corrección, complementadas con una atinada policromía, sin caer en detalles o exageraciones que distraigan "el conjunto" y sin que el escultor se haya dejado llevar por las modas del momento. Mención especial merecen por su realismo las esculturas de los dos Ladrones, tanto en lo referente a los modelos elegidos como a los tratamientos anatómicos y polícromos.

En resumen, creo que el autor ha sabido compaginar tradición y originalidad en este conjunto, que sin duda vendrá a engrosar, felizmente, el patrimonio de la popular y vistosa Cofradía murciana.

 

 

 

Tras esta anterior valoración me gustaría destacar el Crucificado de la Misericordia, que el escultor sevillano Darío Fernández Parra ha realizado para Castellón. La Imagen de este Cristo vivo evoca obras de los grandes maestros sevillanos de fines del XVII en algunos de sus detalles. Pero no obstante, en cuanto contemplamos la figura, observamos pormenores que le otorgan una gran personalidad. En este sentido destacamos la espléndida y estudiada cabeza y la correcta anatomía, sin caer en detalles superficiales que desvíen la atención; el tratamiento del cabello y barba, resuelto a grandes planos; policromía transparente sin abuso de la sangre o de las llagas; sudario de sencillos plegados... Y sobre todo debo decir que la Imagen tiene unción religiosa, un tema primordial que no debemos de perder de vista en estos casos y al que la Imaginería no debe renunciar.

Finalmente, colocaría en este lugar, por su corrección, belleza y originalidad, a la Dolorosa de la Divina Gracia, Imagen de vestir que el escultor Antonio José Martínez Rodríguez ha realizado para la Cofradía de la Redención de León. Pienso que es una obra innovadora, de gran personalidad, que integra aspectos formales y pictóricos de los grandes maestros, algunos de ellos castellanos. Su expresión dolorosa, compatible con la belleza de su rostro, se complementa con una acertada policromía sin caer en excesivos realismos, resaltada por las expresivas manos. Las lágrimas y pestañas naturales ponen esas notas imprescindibles y equilibradas a las que la escultura andaluza nunca renunció.

 

Datos y Resultados del Premio del Público en este

 

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