XIX PREMIO DE LA HORNACINA. OPINIÓN DE LA EXPERTA

María Teresa Marín Torres (27/03/2025)


 

 

Un año más, el portal dedicado al arte sacro La Hornacina vuelve a convocarnos a su prestigioso concurso para la concesión de los premios destinados a los emergentes y consagrados artistas contemporáneos que trabajan en España, dentro del siempre sobresaliente sector de la plástica religiosa. Son ya diecinueve las ediciones en las que cada año se disputan el palmarés obras de escultura y pintura que alcanzan un nivel de calidad y una excelencia mayores.

Ello viene a demostrar la gran labor que se realiza desde este medio, dado que estos premios no dejan de ser un aliciente que fomenta la sana competitividad entre los artistas a la hora de crear el variado imaginario en el que se sustenta la producción del arte religioso.

Detrás de este gran portal se encuentran Jesús Abades y Sergio Cabaco, que siempre de manera incansable y entusiasta nos ponen al día sobre el panorama del arte más actual. Sabias pinceladas sobre lo que ocurre en el dinámico mundo de las cofradías, muy especialmente, así como en otros ámbitos ligados a la devoción colectiva o particular.

 

 

MODALIDAD DE ESCULTURA

 

En esta ocasión, en el caso de la escultura, se presentan un total de sesenta obras de variado espectro, desde obras de vestir hasta conjuntos escultóricos de gran calado, pasando por obras de un tamaño menor. A este respecto cabe destacar el Nacimiento realizado por Ramón Cuenca para la Catedral de San Pablo en Mdina (Malta), por encargo del director del museo catedralicio. El escultor resuelve una escena de gran delicadeza en torno a un eje compositivo piramidal cuyo vértice se encuentra en la figura de San José, remarcado por los dos pastores adorantes que acompañan a la Sagrada Familia. El diálogo que se establece entre las miradas, la dulzura del Niño Jesús, del angelito y del querubín, junto a la serena belleza de la Virgen, que nos recuerdan a las de los belenes napolitanos, y el movimiento de las figuras masculinas, se suman hasta alcanzar un soberbio resultado.

En lo relativo a la escultura de vestir destaca la obra de Santo Domingo de Guzmán realizada por Alejandro López para la Hermandad Sacramental de San Miguel Arcángel y San Blas, y Muy Antigua, Venerable y Piadosa Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de la parroquia de San Miguel de Guadix. Representa al santo de la Orden de los Predicadores con sus atributos habituales como el banderín y el libro. Consigue un rostro de gran belleza clásica de lánguida gracia que transmite un momento íntimo de recogimiento espiritual.

En cuanto a conjunto procesional, Antonio Jesús Yuste Navarro ha llevado a cabo un magnífico paso del Santo Entierro para Cieza. Desde el original trono de trazas neogóticas, con detalles que aluden a la muerte, como la misma alegoría que se asienta en él, hasta llegar a la cúspide donde se encuentra el cuerpo de Cristo sostenido por San Juan y Nicodemo que miran compasivamente el cuerpo exangüe del Redentor, personajes que culminan la escena en su ascenso al sepulcro ante una magnífica efigie de José de Arimatea. Se crea un juego espacial y una atmósfera envolvente que implica al propio espectador de un modo magistral.

También llama particularmente la atención la imagen de San Nicolás de Manuel Martín Nieto para una colección particular sevillana. Especialmente los diseños del manto del santo de Bari con una rica policromía en la que han trabajado el dorador Pablo de Haro y el pintor Manuel Peña Suárez.

 

 
     
     
 

 

Finalmente, como obra escogida, nos decantamos por el CRISTO DE LA PACIENCIA realizado por Víctor García Villalgordo, recientemente bendecido en la parroquia de San Lázaro de Alhama de Murcia, propiedad de la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

 

 

El escultor de Torrevieja nos presenta un Cristo atado a la columna con las rodillas semidobladas en un contraposto que transmite una sensación de zozobra e inestabilidad. Gira el cuerpo a la izquierda toda vez que mira hacia el cielo con un rostro expresivo, pero de gran serenidad, bajo unos parámetros que conjugan la idealización de la forma amable levantina y el dolor que experimenta Cristo ante el tormento del castigo de la flagelación. Se trata de una obra que, por tanto, relaciona elementos clásicos y barrocos, con detalles bien conjugados como las manos atadas en un primerísimo plano o el movido paño de pureza. Una talla magistral con una lograda policromía que consagra la trayectoria cada vez más sobresaliente de este gran escultor.

 

 

 

 

 

MODALIDAD DE PINTURA

 

En lo relativo al premio de pintura nos decantamos por dos obras. En primer lugar, la representación del beato Carlos Acutis encargado por las Obras Misionales Pontificias en Austria y que fue presentado en la Catedral de San Esteban de Viena, realizado por el pintor malagueño Raúl Berzosa. Un excelente retrato del joven italiano considerado como el "apóstol de los millenials", donde se conjuga la atemporalidad de los retratos clásicos con la contemporaneidad de un joven vestido a la moda actual. El naturalismo con el que el artista ha plasmado al joven santo es un medio para lograr la plena afinidad con el fiel, de manera que este último pueda llegar a identificar al propio Carlos Acutis como mediador e intercesor entre el propio creyente y Dios.

En segundo lugar, nos inclinamos por el cartel para la Semana Santa de Murcia 2024, obra de Santiago Rodríguez López. Este polifacético artista se ha consagrado como un excelentísimo diseñador de carteles para la Semana Santa, definidos por su buen gusto y su creatividad. Gracias a ello, su cartelería en este campo cumple de lleno con su función: anunciar y proclamar la llegada de esta celebración, despertando el ánimo del contemplador que entra en contacto visual con la obra. En este caso estaba dedicado a la cofradía de Servitas y, por tanto, a su paso titular, la Virgen de las Angustias de Francisco Salzillo, una de las obras magnas del escultor. El pintor murciano se centra en un medallón en el que representa un primer plano de la Virgen Dolorosa que sostiene un ángel niña. La conjunción de los colores y los trazos de tintes modernistas dan como resultado una propuesta original plena de matices clásicos a la vez que innovadores.

Pero por mi cercanía con Santiago Rodríguez, con quien colaboro en el Museo Salzillo, y dado que fue el ganador de la pasada edición, he de decantarme en este difícil dilema por la obra de Raúl Berzosa.

 

 

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