NUEVA OBRA DE SALVADOR MADROÑAL
Enrique Ruiz Portillo (07/04/2013)
La Hermandad del Rosario de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) presentó el pasado viernes 4 de abril en el Museo de la Ciudad la nueva imagen de Santiago el Mayor, segunda de las obras que componen el proyecto de renovación del apostolado del paso de misterio de la Oración en el Huerto de dicha cofradía de penitencia, tras la presentación de la imagen de San Juan (ver enlace) en la Cuaresma de 2013. La imagen de Santiago el Mayor ha sido realizada en madera de cedro tallada y policromada por el escultor sevillano Salvador Madroñal Valle. Viste ropajes de terciopelo en los colores de su iconografía, azul y blanco, y porta el nimbo alrededor de su cabeza, obra de metal plateado repujada por el orfebre sevillano Joaquín Ossorio, donada por el Grupo Joven de la Hermandad. Asimismo, junto a la imagen se presentó el boceto de la futura imagen de San Pedro (imágenes inferiores) que la Hermandad espera presentar el próximo año, y se expusieron los bocetos preparatorios de las obras ya realizadas, el del propio Santiago y el de San Juan. El grupo de los apóstoles dormidos en el conjunto del misterio se basa en el relato evangélico, especialmente en el de San Mateo (26, 36-46) donde leemos: "Entonces llegó Jesús con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní, (...) y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, dejó ver su tristeza y su angustia. Entonces les dijo: Me muero de tristeza. Quedaos aquí y manteneos despiertos conmigo. Adelantándose Un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar (...) Se acercó a los discípulos, los encontró dormidos". Santiago es uno de los hijos de Zebedeo que, con su hermano Juan, siguió a Jesús. Se les llama en los Evangelios "hijos del trueno" por su impetuosidad, llamados así por Jesús mientras estaban arreglando sus redes de pesca en el lago Genesaret. Es conocido como "el Mayor", distinguiéndolo del otro Apóstol, Santiago el Menor o de Alfeo. Además de los sucesos del Huerto de los Olivos, Santiago presenció, entre otros, el milagro de la hija de Jairo, la Transfiguración en el Monte Tabor, el Cenáculo durante la Última Cena y la Pentecostés. En los Hechos de los Apóstoles descubrimos que fue el primer apóstol martirizado: murió asesinado por el rey Herodes Agripa I, el 25 de marzo del año 41 d.C. El libro de los Hechos relata que los apóstoles se dispersaron por todo el mundo para llevar la Buena Nueva y, según una antigua tradición, Santiago el Mayor se fue a España, visitando entre otros lugares Zaragoza, siendo relacionado con la Virgen del Pilar. Otra tradición también relata que los discípulos de Santiago, tras su martirio recogieron su cuerpo y lo trasladaron a Galicia, conservándose en la basílica de Compostela. Esta especial relación con nuestro país lo hizo Patrón de España, celebrando su fiesta el 25 de julio. Su nombre en hebreo es Jacob, pero con el tiempo se ha ido deformando en Jacobo, Yago o Jaime, además de sus variantes en otros idiomas. Su milagrosa intervención en Clavijo, una de las batallas más relevantes de la Conquista cristiana de la Península que tuvo lugar el 23 de de mayo de 844, hizo que se representara con la iconografía de Santiago Matamoros. Según la leyenda, en medio de la batalla, mientras las huestes castellanas eran derrotadas por los musulmanes, Santiago se apareció milagrosamente montado a caballo, inclinando el resultado de la batalla hacia la victoria cristiana. Esta intervención hizo que en adelante fuera invocado de forma recurrente en el resto de las batallas de la Reconquista. Salvador Madroñal ha realizado esta nueva imagen a tamaño natural, en madera de cedro, estucada y policromada para ser vestida, siguiendo las pautas de las imágenes de candelero: cabeza, manos y pies perfectamente representados, mientras que el resto del cuerpo se modela a grandes rasgos sin mucho detalle ya que están destinados a ser ocultos por las prendas que los sostienen. El imaginero lo ha representado adulto y dormido, como es propio del pasaje evangélico. El apóstol se sienta sobre una pequeña roca, pero el cansancio de las horas de la madrugada le hace quedarse dormido. Realmente quiere mantenerse atento y despierto a las necesidades del Maestro, pero sus ojos se cierran y el cuerpo dormido se va inclinando hacia adelante. La imagen ha sido concienzudamente estudiada en su postura, disposición y modelado, dado que deberá ser contemplada en todo su derredor, evitando la visión frontal propia de otro tipo de imágenes religiosas. Sobre la peana que imita el suelo pedregoso del huerto, las piernas se asientan dejando ver el perfecto modelado de los pies descalzos. Sobre la rodilla derecha y el muslo de la pierna opuesta reposan las manos, descansando cerrada la derecha y abierta la opuesta, con un expresivo movimiento en sus dedos de forma que podemos entender en ellas un auténtico lenguaje cargado de dramatismo y tensión en su expresión. La cabeza se inclina levemente hacia adelante, vencida por el sueño. Es una cabeza de rasgos clásicos, dentro de la estética neobarroca de la escuela andaluza de imaginería. La cabellera, con raya al centro, se peina con menudos mechones. Junto al rostro caen estas onduladas guedejas de pelo, destacando la que está sobre el hombro derecho alcanzando la túnica. El rostro refleja a la vez el relax del sueño y la tensión de los momentos que se viven. Sus rasgos fisonómicos son los de un adulto, con facciones muy suaves. Suavidad que se tensa en la fuerza expresiva del cuello y en la frente; ésta, muy alta y en parte cubierta por el pelo, se arruga levemente expresando la tensión del momento, a lo que contribuye el fruncido entrecejo y las cejas finas pero onduladas en la expresión. Los ojos entornados no llegan a cerrarse, dejando ver el vivo lagrimal de cuyo brillo sabemos que se están formando lágrimas en él, llenando de vida a la imagen. La nariz recta, correcta y elegante, con las aletas nasales abiertas para recibir el aire fresco del huerto de los olivos, da paso a la poblada barba y bigote, creados con mechones ligeramente ondulados pero de dibujada elegancia. Bajo el bigote la boca se abre exhalando el aliento del sueño, que deja ver el brillo de la saliva en sus labios y lengua, que le otorga a la imagen un realismo ideal propio de la plástica religiosa. Cierra el rostro la poblada barba rizada en pequeños mechones. La policromía es fruto de los años de dilatada experiencia. En un auténtico alarde de perfección es destacable no sólo la policromía de rostro y manos, sino sobre todo en determinados detalles del rostro como los ojos o la boca o en las marcadas facciones realizadas a partir de colores azulados o verdosos. Sobre sus ropajes diremos que han sido realizados en terciopelo de algodón de alta calidad y siguen la estética que Renacimiento y Barroco definió para el Colegio Apostólico, esto es, túnica o chiton anudada en la cintura cubierta por mantolín o himation, tomando como modelo a los altos dignatarios del mundo grecorromano. Tampoco su cromatismo es fruto de la casualidad, el capricho o el gusto estético, sino que, muy al contrario están cargados de significados que hunden sus raíces en el barroco. El azul de la túnica representa el cielo, el amor celestial, y no sólo por su carácter de cristiano comprometido en los primeros momentos y su cercanía a Jesús, sino también por el cielo en el que brilla la estrella del Campus Stellae que allá por Galicia brilló para marcar el lugar de su sepulcro. El mantolín blanco recuerda el brillo de dicha estrella, pero sobre todo a la pureza del manto blanco ceremonial de la Orden militar de los caballeros de Santiago, una orden religiosa y militar surgida en el siglo XII en el Reino de León para proteger a los peregrinos del Camino de Santiago y trabajar en la Reconquista de las tierras musulmanas. Sobre la cabeza luce un nimbo en metal plateado de Joaquín Ossorio, donde se hace alarde de los postulados neobarrocos propios del estilo de nuestras hermandades, con gran calidad en la ejecución. De una serie de roleos y elementos vegetales surge una concha con la cruz de Santiago, y de este formato circular salen los rayos rectos y ondulados alternos. Este nimbo, elemento propio de los santos, rodea la cabeza simbolizando la luz divina que alcanza el entendimiento del hombre, esto es, la Santidad. La Hermandad del Rosario de Alcalá de Guadaíra vuelve a sentirse muy satisfecha por esta segunda obra del nuevo misterio de la Oración en la que Salvador Madroñal hace alarde, no sólo del profundo conocimiento del arte de la imaginería, sino de una especial sensibilidad ante cuantos requerimientos y necesidades le ha mostrado la corporación alcalareña. Esta nueva obra enriquece palpablemente el patrimonio histórico-artístico y devocional no sólo de la Hermandad del Rosario, sino también de toda la ciudad de Alcalá de Guadaíra. |
Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica a través del icono
que encabeza la noticia. Enrique Ruiz Portillo es Licenciado en Historia del Arte.
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