NUEVA OBRA DE JUAN MANUEL MIÑARRO
Con información de Juan Manuel Miñarro López (11/03/2010)
Se trata de la primera imagen de Cristo Crucificado destinada al culto que sigue literalmente los estudios de la Síndone. Su función, por tanto, no es sólo científica y divulgativa, caso del Crucificado realizado por Giulio Ricci, sino también devocional y penitencial, pues su destino es la Semana Santa de Córdoba. En 2008 les informamos de la puesta en marcha de este ambicioso proyecto, que ya se encuentra terminado y ha sido presentado hoy a los medios en el templo cordobés de San Pedro de Alcántara, sede de la Cofradía Universitaria que le rendirá culto. Para su ejecución, Juan Manuel Miñarro ha contado con la inestimable colaboración de Antonio Petit, médico del Hospital de San Juan de Dios de Sevilla, y del Centro Español de Sindonología, que ha cedido varios facsímiles de la Síndone para el calco de las heridas, cuya morfología y distribución, al igual que el resto de elementos de la escultura, no sigue unos criterios arbitrarios. Después de nueve años de estudio e investigación, el artista ha labrado una efigie que reproduce fielmente las características antropomórficas de la silueta humana impresa en la Sábana Santa de Turín. Únicamente en el paño de pureza, al no existir huellas del mismo en la famosa reliquia, parte de su propia creatividad, resolviéndose cordífero y con las dos caderas descubiertas, al estilo del Cristo de la Expiración (Cachorro). La cruz de pino, a la que se halla fijado por tres clavos, montando el pie izquierdo sobre el derecho, muestra el stipes a modo de viga semirredondeada y el patibulum de forma cuadrada, de forma similar al llamado Patibulum de San Dimas, reliquia conservada en la iglesia romana de la Santa Cruz de Jerusalén, de la cual también toma el diseño del titulus crucis. La corona de espinas tiene forma de capacete y ha sido confeccionada con las ramas de una planta llamada ziziphus jujuba, variante del azofaifo, de espinas rectilíneas y largas que alterna con otras pequeñas y curvadas, cuya dureza es similar a la de las puntillas clavadas en una tabla. Se cree que con este tipo de planta fue realizada, de forma improvisada y tomando un casco como plantilla, la corona de espinas de Cristo. El rostro, muy magullado, presenta el cartílago nasal roto, la boca entreabierta por la asfixia y el ojo derecho cerrado debido a un edema causado por un fuerte golpe. Pese a ello, su expresión es serena por haber alcanzado la paz a través de la muerte después de los múltiples tormentos. La cabeza aparece hundida sobre el pecho, quedando el cuello prácticamente embebido por la zona supraclavicular, mientras que las caderas quedan desplazadas hacia delante y la espalda, con lordosis lumbar, se halla totalmente pegada al palo vertical de la cruz. Todo ello obedece al extremo realismo que el escultor e imaginero sevillano ha querido reflejar en la caída del cadáver de Jesús, representado pocos momentos después de su muerte, de ahí que apenas aparezcan livideces, concentrándose mayormente los puntos oscuros en las corvas, las pantorrillas y las rodillas. Además de las grandes hemorragias, resultan impresionantes las erosiones de la zona escapular y la herida de la lanza en el costado, la cual fue realizada una vez muerto, pues sus labios no muestran retracción y de ella salen fluidos y masas sanguinolentas semicoaguladas. La policromía al óleo es del tipo bicapa al pulimento brillante mediante aplicación de vejiga, consiguiendo el escultor efectos tridimensionales con la ayuda, en algunas zonas, de otros materiales como la resina, el látex y los pigmentos al aceite. La imagen mide 178 cm de altura. Si pulsan en el icono que encabeza la noticia, tendrán acceso a una galería fotográfica del Crucificado, llamado Santo Cristo de la Universidad por el origen de su corporación, que tiene también como titulares a la Dolorosa de la Presentación y Santo Tomás de Aquino. La galería incluye instantáneas de su proceso de ejecución. |
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