NUEVAS TALLAS DE FERNANDO MURCIANO PARA CEUTA
06/05/2010
Con estas tres nuevas figuras se completa el misterio de la Flagelación de la hermandad sacramental de penitencia del mismo nombre. Fueron estrenadas la pasada Semana Santa y representan a un decurión romano y dos flagelantes que terminan de azotar sin compasión a Jesús, integrándose perfectamente todas ellas con las dos imágenes que se han conservado del anterior conjunto: Nuestro Padre Jesús de la Flagelación y un centurión romano, labradas por los sevillanos Juan Manuel Miñarro y Manuel Mazuecos, respectivamente.
Las tres corpulentas figuras de Fernando Murciano Abad, provistas de gran fuerza expresiva, recios semblantes y aceitunadas carnaciones, se encuentran talladas en madera de cedro policromada al óleo y patinada al temple, viniendo a medir los 180-185 centímetros de altura, aproximadamente. Poseen completamente labrados los bustos hasta la altura del pecho, los brazos y las piernas hasta la mitad del muslo, estando el resto de los cuerpos anatómicamente abocetados. Han sido vestidas con criterios historicistas, siguiendo los usos de la época.
El decurión, que lleva la orden de finalizar la tortura en la mano, se halla en actitud de conversar con su superior, el centurión de Manuel Mazuecos, para comunicarle el referido mandato. Dicha figura levanta la mano para ordenar a los dos verdugos detener los azotes; uno de ellos, exhausto y jadeante por el esfuerzo, ya ha parado, mientras que el otro, más joven y con el cráneo rasurado, le asesta su último golpe al Cristo modelado en el año 1994 por Juan Manuel Miñarro, maestro escultor tanto de Murciano como de Mazuecos.
Pulsando en el icono podrán ver una galería fotográfica de las figuras en su paso procesional, que incluye momentos de la procesión del Miércoles Santo. Para su ejecución, le han servido al artista hispalense un familiar y dos amigos suyos, siendo la primera vez que Murciano utiliza modelos del natural. A modo de anécdota, comentarles que los flagelantes llevan colgados de sus cinturas unos saquitos en alusión a las visiones de la beata alemana Anna Katharina Emmerick, quien afirmaba que los que flagelaron a Cristo en su Pasión llevaban unas bolsitas de monedas que les fueron entregadas por los judíos para que se esmerasen en la aplicación del castigo.
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