FLAGELLAVIT (I)
CÓRDOBA

Sergio Cabaco y Jesús Abades. Introducción de José María Solé


 

La Flagelación no era un suplicio suplementario, sino el inicio de la Crucifixión tal y como se practicaba entre los romanos. Había que debilitar al condenado para disminuir su resistencia física y apresurar el fin de la Crucifixión. En el Evangelio de San Lucas tres veces declara Poncio Pilatos, procurador romano de Judea, la inocencia de Jesús y toma tres evasivas para librarle de la muerte: una de ellas fue mandar azotarle; las otras dos fueron enviarle al tetrarca Herodes Antipas y ponerle en competencia con el reo Barrabás. Sin embargo, le fallaron estos recursos y acabó cediendo a la presión de los jefes de Israel y de las turbas.

 

 

El Amarrado a la Columna de Córdoba es una talla anónima relacionada con la escuela granadina. Fue tallada en torno al año 1660 y es de tamaño levemente inferior que el natural. Es una imagen enjuta, que se halla estante y encorvada para recibir el castigo sobre una columna de tipología baja.

El Varón eleva la cabeza y dirige la desencajada mirada al cielo, buscando el apoyo del Padre para soportar el tormento. Los ojos son de cristal, con los párpados muy hinchados por el suplicio. La nariz es recta y alargada, y la boca, entreabierta, permite ver la dentadura. De las comisuras brotan delgados hilos de sangre.

Las manos aparecen amarradas y cruzadas por delante del cuerpo. Respecto al perizoma, es un paño en tonos dorados que envuelve las caderas del Señor, cuya policromía es suavemente aceitunada y bastante cruenta, mostrando repartidas por todo el cuerpo las heridas causadas con los flagelos.

En 2004 fue restaurada por el escultor e imaginero sevillano José Antonio Navarro Arteaga, quien consolidó los ensambles, fijó la imagen a la peana y repuso la policromía en aquellas zonas donde fue necesario.

La imagen del Señor es procesional y pertenece a la cofradía cordobesa de la Oración en el Huerto. Estuvo sin desfilar desde 1963 hasta 2003, debiendo ser sometido al año siguiente a la mencionada intervención para volver a salir. Antiguamente llevaba en su paso las figuras de dos sayones y un soldado romano.

En la provincia cordobesa encontramos dos representaciones de mayor valor artístico: el Atado a la Columna de Lucena (imagen inferior izquierda), labrado en 1675 por Pedro Roldán en su taller y conservado en la Iglesia de Santiago, y el Atado a la Columna de la Iglesia de San Francisco de Priego de Córdoba (imagen inferior derecha), tallado por Alonso de Mena, padre de Pedro de Mena, hacia el año 1640.

 

 

 

Fotografía de Córdoba de Andrés Fresno
Fotografía de Priego de Córdoba de Studio Medina
Fotografía de Lucena de http://rinconcofrade.blogspot.com

 

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