El pintor José Cruz Herrera (La Línea de la Concepción, Cádiz, 1890 - Casablanca, 1972) tuvo como maestro a Gonzalo Bilbao y realizó estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, exponiendo por primera vez en 1912. A partir de entonces, su prolífica trayectoria fue objeto de numerosos reconocimientos y distinciones, hasta el punto de ser considerado el pintor que más condecoraciones ha recibido en España.

La pieza que nos ocupa, de gran tamaño, fue cedida en 1964 por el autor a la Parroquia de la Inmaculada Concepción de La Línea de la Concepción, su localidad natal, donde recibió las aguas bautismales. Pintada mediante la técnica del óleo sobre lienzo, la pieza estuvo presente en la IV Exposición de Amigos de Velazquez, celebrada en la Sala Eureka de Madrid, ciudad en la que tenía su estudio.

Prados López dijo que estaba lograda "no sólo de técnica y concepto, bien conocidos de la maestría de Cruz Herrera, sino la entrañable emoción del tema, y en la que la pureza de María está expresada con toda la unción que el artista sentía en la intimidad de su pensamiento. Las otras dos figuras que acompañan a la obra religiosa citada están condicionadas en serenidad, color y composición a la figura de la Virgen".

El lienzo de la Inmaculada Concepción ejemplifica a la perfección el estilo de Cruz Herrera, muy dado a representar modelos de belleza contemporáneos en sus obras. Tanto la monumental Madonna como la angelical figura femenina que tiende un ramo de rosas a sus pies, símbolo de la hermosura de María, recrean con fidelidad la estética de la mujer andaluza en los años de su ejecución. Nubes y cabezas de querubines alados, uno de ellos de raza negra, enmarcan una composición que se cuenta entre las más admiradas de su autor.