Abordamos ahora una de las piezas más desconocidas dentro del catálogo de más de 700 imágenes que Antonio Castillo Lastrucci realizó a lo largo de su prolífica trayectoria. Se trata del grupo escultórico de San José con el Niño que recibe culto en la cabecera de la nave derecha de la Parroquia de Santa Cruz, del municipio onubense de La Puebla de Guzmán, situado en plena Comarca del Andévalo.

Si en el San José de la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios de Ceuta, encargado a Castillo Lastrucci por Manuel González en 1958, el escultor sigue fielmente los preceptos montañesinos a la hora de modelar una imagen solemne que porta entre sus brazos al pequeño Jesús, en este caso resulta notoria la inspiración en el conjunto atribuido a José Montes de Oca (siglo XVIII) que se conserva en la Parroquia de la Magdalena de la capital hispalense, hecho que no lo aparta del primer realismo sevillano ya que buena parte de la obra de Montes de Oca está influida por las creaciones de Juan Martínez Montañés y Juan de Mesa Velasco.

Por tanto, el tema josefino es tratado en el simulacro puebleño por Castillo Lastrucci mostrando al santo en actitud itinerante y llevando al Niño de la mano, tal y como lo definiera Santa Teresa de Jesús para hacer hincapié en su condición de maestro y conductor del Redentor desde su más tierna infancia. Las dos figuras son de tamaño natural y pese a mostrarse como si salieran de un solo bloque escultórico, han sido concebidas como dos piezas independientes pero fuertemente interrelacionadas.

Aparte de los rasgos propios del autor, visibles especialmente en el gubiado de los rostros y el cabello, se advierten diferencias con la imagen de la Parroquia de la Magdalena en que el Niño no bendice con la mano derecha y en la resolución de los paños, recordando los del santo a otras representaciones sobre el tema de Juan de Mesa y Francisco de Ocampo -discípulos ambos de Martínez Montañés- que se conservan en Fuentes de Andalucía (Sevilla) y Villamartín (Cádiz), respectivamente.

Como suele ser habitual, San José viste ropas de tonos marrones, símbolo de la duda inicial acerca del virginal alumbramiento de su esposa María, y porta en su mano izquierda el báculo de madera, atributo que lo relaciona, entre otros significados, con su condición de carpintero.