LA OBRA DE ANTONIO LEÓN ORTEGA (IV)
JESÚS NAZARENO (MOGUER - HUELVA)

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

 

Interesante hechura cristífera, labrada en el año 1938, que supuso uno de los primeros encargos de importancia realizados íntegramente por Antonio León Ortega. Sus rasgos morfológicos nos remiten a la primera época del escultor, en la que los métodos inculcados por el sevillano Joaquín Gómez del Castillo, aun disconformes con la personalidad del ayamontino, siguen estando muy presentes en su obra.

La composición, noble y estilizada, denota la espiritualidad del maestro al crear las facciones. Poco encorvado por el peso de la cruz cepillada que carga sobre su hombro izquierdo, inclina levemente la cabeza hacia la derecha, sin perder un ápice de su apostura. Sus manos, bien modeladas, abrazan suavemente el travesaño.

El cabello, peinado con raya en el medio, cae hacia la espalda en ondeantes guedejas, dejando descubierta la oreja izquierda, mientras que la barba, larga y terminada en dos sinuosas guedejas, contribuye a realzar los rectilíneos perfiles del apenado semblante, que provoca el enarcamiento de las cejas y el plegado del entrecejo. Los ojos, pintados en la madera, dirigen su visión hacia el espectador, pareciendo buscar la conmoción del alma. La nariz y los pómulos son afilados, y las mejillas se muestran descarnadas por el agotamiento físico.

La policromía es la usualmente fijada por el autor: castaño oscuro en el cabello y la barba, y tonos suavemente tostados en las carnes. Los signos cruentos son en este caso más abundantes de lo habitual, destacando la herida sangrante de la mejilla izquierda y los rojizos regueros que manan de la frente y se pierden por el cuello.

El paso del Redentor, adelantando ligeramente la pierna izquierda y elevando unos centímetros el talón derecho, es pausado pero decidido. Como ornamento lleva un juego de potencias en plata dorada.

Según información de su cofradía, la imagen fue rehecha en el año 1946 por León Ortega, al no quedar satisfecho el artista con el primer resultado. Para ello, aprovechó la madera del tronco y de los pies. Sustituye a su vez a dos simulacros anteriores: según el historiador moguereño Manuel Díaz Domínguez, el primer Nazareno se documenta por vez primera en el siglo XVII, y aunque llevaba aditamentos postizos propios de esa centuria y la posterior -corona de espinas metálica y larga cabellera postiza-, podría tratarse de una talla más antigua visto el arcaismo de manos y el semblante. Destruida en un incendio fortuito en 1928, fue reemplazada por una expresiva obra de José Ordóñez Rodríguez, que pereció en 1936.

El Nazareno actual recibe culto en la ermita de su nombre, dedicada también a San Sebastián. En ella se conservan otras imágenes del ayamontino, caso del San Juan Evangelista (1940) o el grupo escultórico de la Sagrada Oración en el Huerto (1975), formado por Cristo y el Ángel Confortador. La Virgen de los Dolores, realizada en el año 1944, quedó notablemente modificada tras una reciente intervención del escultor sevillano Francisco Berlanga de Ávila, autor del Cirineo que acompaña al Nazareno.

 

 

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