LA OBRA DE ANTONIO LEÓN ORTEGA (XXVIII)
VIRGEN DE LA CINTA (SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA - SANTA CRUZ DE TENERIFE)
Con información de Francisco Cabrera Casanova
La imagen de la Virgen de la Cinta de San Cristóbal de la Laguna (Santa Cruz de Tenerife) era una magnífica escultura atribuida al escultor genovés Anton Maria Maragliano que, desgraciadamente, fue pasto de las llamas en el incendio acaecido en la Iglesia de San Agustín, en el año 1964. Formaba esta pieza un bellísimo grupo escultórico con unas tallas independientes de San Agustín y Santa Mónica, que sí lograron salvarse de ese infortumio, aunque no tuvieron tanta suerte en el posterior y reciente incendio de la Casa Salazar, sede del obispado tinerfeño, quedando reducidas a cenizas junto con un Niño Jesús montañesino, varios bargueños del siglo XVII y numerosos bienes muebles de gran valía. Francisco Cabrera Casanova relaciona la Madonna tinerfeña con la Virgen del Carmen (Porta Coeli) de Cádiz y con la Virgen del Rosario del municipio gaditano de San Fernando, vinculadas también con el quehacer de Maragliano. Todas ellas muestran notables semejanzas en los rostros, en el tratamiento de las telas, en las pálidas encarnaduras y en la forma de estofar en oro los ropajes. La talla de León Ortega (1965), inspirada en la primitiva, fue realizada bajo los auspicios de la Organización Juvenil Española y de la Hermandad de la Virgen de la Cinta, Patrona de Huelva. Según reza una hoja impresa en marzo de 1965, ambas entidades acometieron la tarea de devolver a La Laguna la imagen que allí se veneraba, perdida en un incendio, para lo cual realizaron una cuestación popular en la capital onubense, desde cuyo muelle partió la obra -a la que se calificó de "muy bella"- ese mismo año hacia Canarias. Labrada en madera de pino de Flandes, policromada y estofada en oro, la Virgen, sedente, muestra el escudo heráldico de la ciudad de Huelva en el vestido. Como preseas luce una pequeña diadema y un aro de doce estrellas. Porta en la mano derecha al Niño Jesús, que lleva la cinta, mientras levanta la izquierda sosteniendo una granada. Cubre su cabeza con un velo que llega hasta sus hombros. |
Fotografía del antiguo simulacro de Bonfilio Marrero
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