EL MARTIRIO DE SAN SEBASTIÁN (III)
ANDREA MANTEGNA
Con información de Sergio Cabaco y Jesús Abades
Martirio de San Sebastián Andrea Mantegna |
De entre las tres versiones del santo que se conocen de Mantegna, la más famosa es la tabla que estaba antes en la iglesia de la localidad francesa de Aigueperse, donde fue llevada como parte de la dote nupcial de Clara Gonzaga, hija de Federico I Gonzaga -Marqués de Mantua, del que Mantegna fue pintor de cámara- y de Margarita de Baviera, hija del duque Alberto III de Baviera. Claire contrajo matrimonio con Gilberto de Borbón-Montpensier, nombrado conde de Montpensier cuatro años después. Y es que Aigueperse fue la capital del condado de Montpensier. La tabla fue vendida al Louvre en el año 1910. Dicha pintura refleja la fascinación de Mantegna por la antigüedad e ilustra su habilidad en los efectos de la perspectiva: la monumentalidad del cuerpo del santo martirizado es aumentada por el punto de vista ascendente del espectador. Pintada en colores opacos, con la excepción de los brillantes toques de rojo y amarillo en los arqueros; además del amor de Mantegna por las ruinas antiguas, muestra también la precisión del cuidadoso estudio del cuerpo humano desplegado por el artista. El culto a San Sebastián, protector contra la peste, fue generalizado en el siglo XV. Mantegna rompió con la iconografía tradicional introduciendo dichas referencias a la Antigüedad. Animado por su maestro Squarcione y por sus contactos con los círculos humanistas de Padua, se lanzó con pasión a redescubrir la Antigüedad Clásica; sin embargo, sus precisas referencias arqueológicas no trastornan en modo alguno su inventiva, como lo demuestran el capital compuesto de la columna y la arquitectura fantasiosa del paisaje. La mezcla de estilos arquitectónicos expresa la continuidad entre los mundos antiguos y cristianos, un tema querido por los humanistas. Sin embargo, sigue siendo una obra devocional: el pie esculpido junto a los pies del santo simboliza el triunfo del cristianismo sobre el paganismo a través del sacrificio, y el cuerpo acribillado por las flechas, aunque tratado en el estilo antiguo, sigue fiel a la tradición iconográfica. |
San Sebastián Andrea Mantegna |
El perfeccionismo de Mantegna, tan enfermizo que hacía de su trabajo un proceso bastante lento y hasta penoso, podría indicar la influencia que tuvo de la pintura flamenca, ejemplos de los cuales Mantegna pudo haber visto en Ferrara de joven. Aunque se estaba extendiendo el uso de pintura al óleo, Mantegna prefirió el temple sobre lienzo, una técnica refinada cuyos efectos mates son similares al fresco y realzan su dibujo incisivo, y cuya mencionada opacidad acentúa las formas y la severidad del color. El resultado está cerca del grabado, que Mantegna practicó entre los años 1470 y 1485. La frialdad mineral que muestran las formas también evoca a la escultura, el arte mayor del Renacimiento, llegando Squarcione a reprochar a su antiguo alumno el hecho de que sus pinturas no se asemejaran a modelos del natural sino a estatuas antiguas. En su última etapa, Mantegna llevó esta técnica al extremo pintando trampantojos basados en bajorrelieves antiguos. En el San Sebastián del Louvre utilizó el artificio pictórico del trampantojo añadiendo un marco de pórfido a modo de ventana imaginaria en el espacio de la imagen. Al hacerlo, evocaba la teoría de Leon Battista Alberti, según la cual la pintura es una ventana a la realidad. Los dos verdugos, atrevidamente cortados por debajo de los hombros, realzan este efecto ilusionista, que Mantegna utilizó en otras obras como la Crucifixión. El espectador está invitado a colocarse a la misma altura que los arqueros, adoptando así su punto de vista y humillándose ante el cuerpo escultórico del santo que se eleva por encima de él. El punto de fuga muy bajo, el de visión muy alzado y el escorzo magistral impregnan al mártir de una solemne monumentalidad. Una versión anterior, conservada ahora en Viena, fue pintada por Mantegna hacia 1456-1457, periodo en que la peste hizo estragos en Padua, lo que pudo dar lugar a este encargo. La tercera versión se halla en Venecia y pertenece a la última etapa del artista (hacia 1490), mucho menos ornamental y aún más oscuro y abatido. |
San Sebastián Andrea Mantegna |
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